La aerolínea Aeroméxico que capitanea Andrés Conesa hizo pública la noticia sobre la aprobación de la Jueza Shelley C. Chapman, de la Corte Nueva York en los Estados Unidos, del plan presentando para la reestructura de la línea aérea; y desde entonces, medios de comunicación y trabajadores han echado las campanas al vuelo.

Considero necesario hacer algunas precisiones, sin tecnicismos, acerca del Capítulo 11 de la Ley de Quiebras del vecino país, porque la confusión suele darse, y dentro y fuera de la empresa hay personas que creen que a partir de que Aeroméxico concluya ese juicio, todo será miel sobre hojuelas... y no es así.

Empecemos por el principio; ¿qué es el Capítulo 11? Es un apartado en la ley norteamericana que permite que las empresas con serios problemas financieros puedan continuar trabajando, pero autorizándola a “suspender los pagos” a sus acreedores, para que pueda reorganizarse internamente.

En buen español mexicano podemos traducirlo en “debo no niego, pago no tengo”, pero con la salvedad y compromiso de seguir trabajando para generar ingresos, a través de préstamos o de los que produzca la misma reestructura, y en un plazo muy breve esté en posibilidad de afrontar las obligaciones contraídas. Por supuesto durante la tramitación del juicio hay intensos “estira y afloja” entre acreedores, administradores, accionistas, inversionistas y los fondeadores, que llegan para aplicar una premisa básica del mercado: comprar barato y vender caro.

El plazo deseable de un juicio de esta naturaleza es de 90 días. Sin embargo, debido a las múltiples prórrogas solicitadas por el Caballero Águila, la aerolínea estuvo sujeta al Capítulo 11 aproximadamente 20 meses, en los que sucedieron muchas cosas; una de ellas, la inyección de dinero fresco por mil millones de dólares, por parte de Apollo Global Management.

Una vez que salga del Capítulo 11, la empresa deberá comenzar a cumplir cabal y puntualmente el plan de pagos aprobado por la Corte. La reestructura, de acuerdo con los documentos de la Corte, es de la talla de poco más 4 mil millones de dólares, entre dinero fresco, capitalización y pasivos. Los accionistas mexicanos Eduardo Tricio, Jorge Esteve, Valentín Diez Morodo y Antonio Cosío invirtieron “sólo” 20 millones de dólares, lo que significa que tendrán el 4.1% de las acciones de la compañía aérea, mientras que Apollo tendrá el 22.3 % y Delta Airlines el 20%. El resto (más del 50%) se distribuye entre accionistas minoritarios.

La conclusión del juicio en Estados Unidos no significa que las finanzas de la aerolínea estén perfectamente saneadas, ni que de ahora en adelante todo sean ganancias; al contrario, contrajeron una serie de compromisos, con fechas y plazos que deberán cumplirse a cabalidad, so pena de incurrir en morosidad, y entonces se aplicarán todas las cláusulas pactadas en favor de los acreedores.

Esto es muy importante y no debemos perderlo de vista. Aeroméxico continuará con su reestructura, pero ya sin los ojos de la Juez norteamericana, a la que había que solicitarle permiso antes de dar cada paso. Hay que decirlo, la frase “siempre y cuando no contravengan las leyes de su país” fue utilizada muchas veces para aprobar los planes de acción.

En días recientes, compañeros de rampa y operaciones de distintas estaciones de Aeroméxico me han compartido que ya comenzó el recorte de sus puestos de trabajo, y que les informan que van a contratar trabajadores vía “Empresas de servicios especializados” como Menzies, Swissport, MEBC Apoyo Terrestre, Grupo Orión, entre otros.

Las dirigencias sindicales anuncian con bombo y platillo la salida de Aeroméxico del Capítulo 11, y la comparan con una victoria aplastante sobre la crisis financiera. Mientras, a lo lejos se oyen las voces de compañeros que piden que les regresen algo de lo mucho que aportaron, o que se modifiquen las condiciones laborales draconianas (excesivamente severas) que aceptaron “para salvar a la empresa”.

En el caso de los tripulantes de cabina, el tema más inmediato es el de los viáticos, pues no les alcanzan. Por ley (Art. 236 LFT) los viáticos deben ser suficientes para cubrir desayuno, comida y/o cena del sobrecargo, dependiendo del tiempo que esté fuera de su base. Sin embargo se están presentando casos en los que al trabajador le toca estar de pernocta en un hotel en medio de la nada, y se ven obligados a consumir en el restaurante del hotel. La cantidad de dinero no es suficiente, y ellos tienen que poner de su bolsa entre $100 o $150 pesos para cubrir los importes.

Algunos de ellos ya están pensando en solicitar a la empresa la terminación del “Convenio Temporal de Ahorros” considerando que Aeroméxico, al salir del Capítulo 11, ya la libró. Desafortunadamente no es así, la aerolínea todavía les debe a los acreedores a los que dejó de pagarles desde hace 20 meses, lo que abre la posibilidad de nuevos juicios mercantiles, en el país, y allende las fronteras.

Falta mucho para poder echar las campanas al vuelo, y en el panorama aún hay más escollos que sortear. Una buena noticia: la IATA (Asociación Internacional de Transporte Aéreo) ha anunciado la posibilidad de considerar al Covid como una enfermedad endémica, lo que hace posible reducir las restricciones de viaje. Reino Unido dejó de solicitar pruebas de diagnóstico a los pasajeros vacunados, y a esta medida pueden sumarse Francia y Suiza en el corto plazo. Y aunque todavía hay que andar con pies de plomo, podemos vislumbrar recuperación en la industria aeronáutica.

Concluyendo, la salida de Aeroméxico del Capítulo 11 no significa que la empresa en automático esté en jauja y en posibilidades de regresarles a los trabajadores las prestaciones obtenidas durante la reestructura. Falta todavía un largo camino por recorrer. Los trabajadores deben estar conscientes de que se harán más reajustes con la finalidad de mantener en todo momento la viabilidad financiera. Como mencioné en otra columna, veremos si la línea aérea opta por el modelo híbrido o se despide de esa idea y sigue siendo la aerolínea tradicional de toda la vida.

Sin duda quiero que Aeroméxico pueda cumplir con su plan de pagos, pero cruzo los dedos para que no lo haga a costa de eternizar la pauperización de sus trabajadores. Ojalá que ignore el canto de las sirenas que asegura que lo mejor es lo más barato. Esta es la verdad del Capítulo 11 de Aeroméxico, lo demás, son fantasías.