Como apunté en mi columna intitulada “AMLO y Slim: en búsqueda de un círculo virtuoso” publicada el día de ayer en este espacio de SDP Noticias, los mexicanos que deseamos ver a nuestro país progresar debemos celebrar la buena relación existente entre el presidente AMLO y el empresario Carlos Slim.
Si bien Slim ha sido relacionado con el inicio de la época neoliberal, y muy en particular, con el gobierno de Carlos Salinas de Gortari y las privatizaciones —opacas, quizá— que tuvieron lugar durante su sexenio, el empresario es un exitoso mexicano que ha contribuido a la creación de riqueza en nuestro país.
Algunos podrán argumentar con razón que los grandes empresarios mexicanos se han aprovechado de los vacíos de la ley para jugar en su propio favor, y que ello ha contribuido a la desigualdad que impera en México. No están desprovistos de razón. Sin embargo, también es verdad es que ha sido la propia debilidad del Estado mexicano la que ha hecho posible el enriquecimiento sin medida de estos magnates, a la vez que se ha estancado, y si se quiere, pauperizado, la clase media en nuestro país.
En este contexto, y con motivo del desayuno de AMLO con Slim, periodistas como Joaquín López Dóriga se lanzaron inútilmente contra el presidente por el supuesto uso de una “vajilla fina”. El periodista criticó, vía Twitter, que el jefe del Estado hubiese recibido al empresario con cristalería y platería al fondo, en una clara alusión de que no se vive austeramente al interior de Palacio Nacional.
Yo me pregunto… ¿En qué contribuye esta inútil crítica al debate público? ¿Qué aporta al debate de las ideas? ¿Dónde ha quedado la oposición inteligente capaz de hacer frente al presidente de México más popular en la historia reciente del país? ¿De verdad se ciñen a criticar el uso de vajillas, mantelería o cuchillería al momento de recibir en Palacio Nacional al empresario más influyente de país?
Desafortunadamente para los que no creemos en la autoproclamada 4T, la oposición y la prensa confirman cada día su ausencia de juicio crítico y su incapacidad de articular verdaderos elementos que cimienten el rumbo de algún candidato opositor hacia 2024. Por el contrario, optan por una crítica absurda que nada abona a la nación, y que, por el contrario, sirve al presidente para regocijarse en las mañaneras, y con ello, contribuir a la estabilidad de su alta popularidad.
El episodio de la cristalería y la vajilla ha sido una prueba más de que la prensa opositora al régimen carece de elementos sustantivos que puedan hacer mella en contra de la popularidad del presidente. Y por otro lado, se ha comprobado aún más que el todopoderoso presidente AMLO es un político nato capaz de poner el viento a su favor ante cualquier burla o crítica expresada en su contra. López-Dóriga ha quedado mal. AMLO, como siempre, ha salido victorioso.