La agenda sobre narcotráfico internacional estuvo marcada por 3 subtemas: la cocaína, el fentanilo y la creación de grupos de tarea dentro de la DEA para combatir a dos cárteles mexicanos específicos.

Aunque aún no se publica el informe mundial de drogas 2023, de la oficina contra las drogas y el delito de la ONU, ya salió el que habla exclusivamente de la cocaína. La prensa lo recibió con cierta sorpresa ante el aumento de producción y consumo durante la pandemia, sobre todo en el viejo continente.

Más específicamente dicen con horror que “a pesar de la pandemia” la cocaína estuvo y sigue en un boom desbordado. El chiste se cuenta solo, veamos: el confinamiento y luego la movilidad reducida implicó que, sobre todo en Europa y Estados Unidos, las personas estuvieran recluidas en sus casas sin trabajar, pero recibiendo un ingreso, sea de su propio empleador, sea como subsidio gubernamental.

La salud mental, el ocio, el hartazgo y hasta la desesperación fueron preocupaciones comunes de los médicos que se dedicaron a estudiar la otra parte de la pandemia, la que tiene que ver con su efecto psicológico. Y ninguno de los posibles riesgos era propicio para reducir el consumo de la droga por parte de los usuarios, en todo caso para aumentarlo y para generar nuevos consumidores.

Por si fuera poco, como todos los giros negros, los laboratorios de droga no atendieron las disposiciones normativas de clausura ni reducción de la capacidad instalada. Es ingenuo pensar que los narcotraficantes “mandaron a los trabajadores a sus casas”.

En fin, a veces cuesta creer que los medios y analistas no vean hasta lo más evidente. Si algo exponencia el consumo de drogas recreativas, es un confinamiento subsidiado. Si ha estado más lejos de los reflectores es por el fentanilo, pues sobre esa sustancia, la agenda va a ser tan intensa cuanto más se acerquen las elecciones en Estados Unidos.

Está además encuadrado en una forma muy cómoda para ciertos stakeholders de ambos países, porque convirtieron el problema en la especie y no en el género. Es decir, ya no es el tráfico de droga ni el de drogas duras, sino el de fentanilo en particular. Así que ahora se medirán las confiscaciones y arrestos relacionados con esas sustancia como indicador de eficacia.

Sobre el tercer subtema, la DEA siempre ha tenido fuerzas de tarea para investigar organizaciones criminales específicas. Que vendan como la gran cosa la creación de dos para combatir al CJNG y al cártel de Sinaloa, sólo refrenda que la memoria pública en materia de decisiones administrativas es inexistente.

Pero bueno, servirá para que burócratas específicos en Estados Unidos pidan fondos, y es que al menos en parte, lo que hay en el fondo de la intención de declarar terroristas a los narcos mexicanos es también un tema presupuestario y de relevancia política de las agencias norteamericanas.

Hubo otra época donde muchos políticos insistían en que los narcos estaban asociados con los terroristas, incluso con Al Qaeda. Fue después del ataque a las torres gemelas del 9-11.

Y resulta que lo que había pasado es que las agencias de combate a las drogas habían tenido que ceder relevancia y recursos a las de lucha contra el terrorismo, así que si querías tener parte de ese pastel, tenías que relacionar tu agenda, de alguna manera, con el combate al terrorismo.

No se pudo probar en esa época las supuestas alianzas entre terroristas y narcos (porque nada en su naturaleza, ni en su agenda, los llevaría a aliarse naturalmente) y seguramente tampoco se podrá probar ahora. Pero pocos temas son tan rentables para construir una agenda anti mexicana en EU, tan sensible a sus xenofobias y al narcisismo colectivo, donde todo lo malo viene de fuera, y ellos ni culpa de nada.