Sucede todos los días, desde inicio del sexenio, con razón de sobra se ha dicho en últimos días que hay no pocos mexicanos que actúan hoy de forma idéntica a los que traían de vuelta al traidor Santa Anna a la presidencia o los que pugnaron por convertirnos en un Imperio caricaturesco con un príncipe europeo a la cabeza como lo fue Maximiliano, que tan perdidos estaban sus partidarios mexicanos, que resultó tener algunas ideas de avanzada, que por supuesto era lo que menos esperaban de el hombre de la Casa de Habsurgo. Los tiempos habían cambiado, y lo entendían antes hasta los mismos a los que las pseudo élites mexicanas, siempre escondidas detrás de gente de sotana que les laxe la sucia conciencia a cambio de dinero, y de un rosario en la mano para ganarse una “vida eterna en las nubes” que no existe sino en las pinturas de los icónicos pinceles que siempre fueron auspiciados por los intereses más viles; así cómo en nuestros días por ejemplo, los EU y Canadá entendieron antes que las clases altas mexicanas que los salarios tenían que subir en México, si no salíamos perjudicados todos, por tan sólo citar un ejemplo.

En fin, todo lo anterior viene a cuento por los ya hasta burdos programas de TV y radio encabezados por José Cárdenas y Maricarmen Cortés, el primero un noticiero más de corte político; el segundo dirigido temas económicos y financieros. En estos espacios, los periodistas de marras desean con toda su alma el fracaso del sexenio del presidente López Obrador. La señora Cortés lleva ya docenas de pronósticos fallidos en cuánto a desastres de toda índole para México (increíblemente, su propia Patria), y no puede contener sus muecas de gozo ante alguna nota que lleve implícita alguna posibilidad que perjudique a México. La consigna es pues, “que fracase AMLO así nos hundamos TODOS, no importa”; en cuánto a las noticias buenas, que en materia del manejo económico del país sin duda son más que evidentes, su tono de voz, propia no de la clase social a la que pertenece sino calcada de la que a ella piensa pertenece o pretenciosa y frustradamente, le encantaría pertenecer (cosa que muy difícilmente ocurrirá), sufre una distorsión de evidente enfado, esperando cuál ave carroñera cualquier indicio que pueda representar la tan ansiada nota por la cual vea cristalizado un atisbo que abone a su anhelo de ver destruido al presidente, su administración y repito, con ello a su propio país.

En cuánto a don Pepe Cárdenas, resumiré su actuar cotidiano en su trabajo al frente de su audiencia con tan sólo una entrevista en su noticiero en esta semana que ya termina: un experto en aeronáutica, al cuál por todos los medios y argucias, le intentó sacar aunque fuera un enunciado respecto a un supuesto “desastre y ruina total de el tema de la aviación comercial en México”. Las preguntas iban, cuál dardos con anestesia y con la intención sin disimulo, con destino a que si la baja de la calificación a la seguridad de nuestro espacio aéreo era señal del peor escenario en la historia. La respuesta fue un enfático NO. Que si era un tremendo riesgo para las aerolíneas volar a la CDMX, otra vez, ilustrando con un ejemplo de que “si el y su Familia fueran la línea Lufthansa, y representara un riesgo volar hacia México simplemente no viajaba ahí y tanto esa aerolínea cómo muchas otras lo hacen de forma regular y cotidiana. Le recordó también que no era de la gravedad que el suponía la baja de la calificación de uno a dos de parte de organismos dedicados a revisar a la industria a nivel internacional ya que no era la primera vez que sucedía sino de hecho es una situación que ha sido cíclica para México, enunciándole los momentos del pasado reciente en los que se estuvo en las mismas circunstancias.

En fin, toda la entrevista fue con el objetivo de hacer caer en la trampa a su interlocutor y “dar la nota” al público de un falso desastre en el mundo de la aviación en México, finalizando el experto con un muy general y lógico: “cómo ocurre con todo Pepe, obviamente es perfectible, se está en un periodo de transición y existen no pocas áreas de oportunidad, pero se va por un camino correcto”. Como siempre sucede con Cárdenas en estos casos, su desilusión no pudo ser ocultada en un rostro desencajado, dando por terminada la multicitada entrevista (y fallida para don Pepe) vía telefónica. Y que conste, escribí de estos dos espacios en medios nacionales, simple y sencillamente porque los vi y escuché, resultandome imposible no escribir algo al respecto.

Triste y obviamente no son, ni de lejos, los únicos periodistas obnubilados por su animadversión al presidente de la República y sus políticas, que los lleva a abandonar los principios básicos del buen periodismo, abandonado por completo en ocasiones, objetividad alguna. Total, la libertad de expresión (para mi manera de interpretar todo este tema) llevada de plano al irresponsable y poco ético, libertinaje que se traduce en un sesgo en la información.