La Habana festeja cada año, el 1 de enero, el triunfo de la Revolución sobre el gobierno de Batista, simbolizada con la llegada de Fidel Castro a la capital de Cuba en 1959. Para la celebración se reúne a una gran multitud en lo que fue la plaza cívica, y a partir de entonces denominada “de la Revolución”, concentrando a un millón de asistentes, lo que es notable pues prácticamente representa la mitad de la población total de la ciudad capital.

Una pregunta básica es cómo se reúne a tal contingente, la respuesta es que se realiza a través del activismo de la estructura de gobierno, de la del partido y de los comités de defensa que existen a nivel territorial; la movilización a través de esa plataforma se realiza con la asignación de contingentes que debe aportar cada segmento y del control sobre el cumplimiento de la meta asignada.

La maquinaria movilizadora funciona cronométricamente en cada ocasión y tiene el mérito de arropar con un sentido popular, escenográfico y emotivo la ocasión fundacional de la nueva etapa que inauguró el “comandante Fidel” en la isla caribeña. En ocasiones la celebración se traslada a otra ciudad, pero la mecánica es la misma, pues se realiza una magna concentración que, en su dimensión, busca ser muestra contundente de la importancia que tiene para el pueblo.

Lo cierto es que las movilizaciones que se efectúan desde el poder y sus gobiernos representan, exclusivamente, un reto organizativo y logístico, pues para la convocatoria se disponen de todos los incentivos para lograr la asistencia deseada, ya que se trata de vincular a los grupos beneficiados con políticas de asistencia, de llamar al concurso y colaboración de los gobiernos del mismo partido y a la propia estructura partidista, así como a las principales organizaciones y empresas que son leales.

Todos los gobiernos que en México se han planteado realizar movilizaciones magnas, lo han logrado, ya que se trata de poner en marcha la red que se relaciona con toda administración que ejerce un presupuesto público y que pone en pie políticas públicas específicas que genera beneficiarios clientelares.

Las marchas desvinculadas de los gobiernos tienen otra naturaleza y estructura de movilización, pues en este caso no es posible aprovechar el impacto de los recursos públicos y de sus acciones, pues se financia con aportaciones voluntarias de carácter privado, así como con el concurso de opositores y críticos, de modo que tiene su principal móvil en la determinación de quienes deciden participar, aún a riesgo de posibles costos, cuando la autoridad hostiliza la causa o se muestra contrario a los reclamos que se invocan.

El gobierno mexicano plantea celebrar una gran marcha y concentración en la CDMX para conmemorar 4 años de su arribo al poder. El mérito de tal suceso será difícil de medir, más allá del esfuerzo logístico para realizarlo; presumir que no reúna a los contingentes previstos en el recorrido proyectado y en la concentración en la plaza del zócalo, es ocioso. Prácticamente cualquier meta movilizadora se puede alcanzar, si está de por medio el gobierno.

A partir de la pregunta de ¿cuántos se desea reunir? Se plantea la mecánica de asignación de contingentes y de su acceso para facilitar su asistencia, todo se reduce a una métrica claramente establecida.

Las viejas movilizaciones de los partidos de masas y de los gobiernos, se encuentran rebasadas y parecen ociosas o resabios de imágenes que recuerdan a Mao, Mussolini, a Fidel Castro o Hugo Chávez, pero seguramente sirven para construir una narrativa que sirve a los propósitos del poder, especialmente cuando está el referente de una marcha crítica hacia decisiones del gobierno, que tuvo una nutrida concurrencia y una asistencia al margen de los recursos gubernamentales y de sus estímulos, hace apenas unos días.

La marcha del próximo domingo 27 de noviembre para conmemorar el arribo del gobierno al poder, no formula ningún dilema, pero sí se inscribe en un debate mal planteado sobre el respaldo al gobierno a través de la fórmula que mide su capacidad de movilización.

Si los cubanos tienen la costumbre de reunir un millón de personas en su celebración del 1 de enero que conmemora el arribo al poder de un gobierno perteneciente a un régimen de partido único, ¿por qué no se reúne en México un contingente mayor? ¿por qué el gobierno mexicano se conforma con una proporción equivalente a ese contingente, cuando tiene una población mucho mayor y el gobierno exhibe una aprobación sin precedentes? ¿cómo medir el éxito de la celebración de la festividad del próximo domingo? ¿cuáles son sus parámetros? ¿se quedará corta la concentración si reúne a 1 millón de personas? ¿o por qué no plantea reunir una asistencia simbólica de mucho menor número o de plano cancelarla para honrar la austeridad franciscana?