EXTREMO IZQUIERDO

Aunque cada vez el futbolista mexicano ha ido con mayor frecuencia a Europa, lo cierto es que todavía existe una “maldición” que pesa sobre los paisanos que se blanden en el Viejo Continente.

En el futbol la nacionalidad tiene un gran peso y llega a ser determinante para que los clubes elijan fichar a tal o cual jugador. Es decir, “vale” más o tiene “más mercado” un brasileño que un mexicano o que un canadiense.

A diferencia de la geopolítica mundial, en el balompié las potencias son otras; el propio Brasil, Argentina, Uruguay y España, son algunos de los países especialistas en comercializar niños talento en cantidades ingentes.

Lamentablemente, México no está ni cerca de ser un país con prestigio futbolístico a los ojos de los directivos europeos, quienes consideran al jugador nacional como de segundo o tercer nivel.

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El caso de Antony y Edson Álvarez

Una muestra de esta “maldición” que persigue a los futbolistas mexicanos es el caso de Antony, quien fichó para el Manchester United a cambio de 100 millones de euros (2 mil millones de pesos).

Antony, brasileño de 22 años, tuvo momentos fulgurantes con el Ajax, lo que permitió que los Red Devils se interesan en él y pagaran tan friolera cantidad.

En el Ajax y junto a Antony jugó Edson Álvarez, el mexicano que se ha convertido en todo un buque insignia para el mediocampo del conjunto con sede en Ámsterdam.

Durante las semanas pasadas se habló de un fuerte interés del Manchester por Edson Álvarez, pero los ingleses se decantaron por el argentino Lisandro Martínez y por los brasileños Antony y Casemiro para reforzar su plantilla.

No se necesita ser un genio para inferir la razón por la cual el Machín no arribó a la Premier: su pasaporte dice México y no Brasil o Argentina.

Es decir, si Edson Álvarez, o el Chucky Lozano, o cualquier otro mexicano que destaque fuera sudamericano, sin lugar a dudas los clubes les tendrían en su lista de prioridades sin importar su costo.

¿Quién es el culpable de la maldición de los mexicanos en Europa?

Todos y en distintos grados: desde los directivos que inflan los precios de los jóvenes talento impidiéndoles ir a Europa y consolidarse, y con ello ganar prestigio para el futbolista mexicano.

Hasta los propios futbolistas que han ido a Europa y no han sido lo suficientemente redituables para provocar que los directivos del Viejo Continente apuesten cada vez más por los mexicanos.

Y claro, para no esconder la mano tras la piedra arrojada, también de la prensa, pues, en el afán de ser la potencia que todos quisiéramos, cada tres minutos colocamos en jóvenes avezados calificativos desproporcionados como los del “Messi Mexicano” o cualquier otro por el estilo.

Obviamente estos calificativos lejos de ayudar a los nóveles exponentes van en detrimento de su desempeño, pues muchos pierden el piso después de hacer un par de goles que hasta “Maradona firmaría”.