Leí que el primer basurero de la historia se construyó en Atenas en el año 400 a. de C. Seguramente se trataba de un vertedero alejado de las zonas ricas y cercano a la gente pobre. Así ha sido siempre: quienes menos recursos tienen viven rodeados de la inmundicia generada por las personas que monopolizan el bienestar.

Es interesante la historia de los basureros. En los primeros tiempos de las sociedades humanas, las familias simple y sencillamente dejaban tirados los desperdicios en cualquier parte, y se olvidaban de ellos. Pero hay residuos que huelen muy mal; entonces, surgió la necesidad de hacer algo con la basura. Antes del desarrollo de vertederos, simple y sencillamente se echaba tierra encima de los desechos pestilentes. Esta fue una mala solución ya que tanta basura y tanta tierra para taparla propiciaban que se elevaran considerablemente los pisos de las casas y los senderos. Según algún estudioso, tal método de procesar la basura elevaba el suelo en un metro por siglo en las regiones más habitadas. El basurero funciona mejor, aunque de ninguna manera ha sido lo óptimo...

La historia del basurero puede —y sin duda debe— estudiarse. Pero no hay que confundirla con el basurero de la historia.

Creo que la expresión basurero de la historia es de Trotski. Aparece en el más famoso —y más aburrido— libro de John Reed, Diez días que estremecieron al mundo. Ese revolucionario, en un arranque de fogosidad ideológica —sin duda mareado por el éxito, que por cierto nunca es para siempre— decidió enviar a tal lugar a los mencheviques, a quienes lideraba Martov. Tristemente la implacable historia terminó ubicando en su basurero a Trotski y al resto de quienes encabezaron la Revolución rusa. El propio Martov —amigo de Lenin— le anunció a Trotski el destino del régimen comunista que en 1917 nacía: “Un día comprenderás el crimen en que estás participando”.

Sobran políticos mexicanos en el basurero de la historia. Uno particularmente maloliente acaba de morir, Luis Echeverría. Otro, Genaro García Luna, está siendo juzgado en una prisión de Estados Unidos. Si García Luna habla, hundirá a Felipe Calderón —todavía más— en el vertedero histórico en el que ya reside.

Hay sistemas de gobierno que merecen más que otros ir al basurero de la historia. La Unión Soviética ahí se quedará. Estados Unidos podría evitarlo si humaniza su política migratoria. Hoy el presidente de México, con una propuesta sensata, ofrecerá una gran oportunidad para hacer lo correcto al presidente de Estados Unidos. Ojalá Joe Biden entienda las tesis de Andrés Manuel López Obrador.

En lo personal, AMLO nada ha hecho —y nada hará— para ir al basurero de la historia, pero el gobierno que encabeza debe alejarse de ese riesgo abriéndose mucho más a la competencia democrática. Entiendo que Morena, el partido del presidente, quiera ganar todas las elecciones. Podría logarlo, inclusive sin trampas electorales, pero ello no beneficiaría a la democracia mexicana.

Andrés Manuel debe aprender de la experiencia del PRI. La gente votaba por los priistas simple y sencillamente porque estaban en el poder. Así ocurre hoy con los candidatos y las candidatas de Morena. Un ejemplo: participar frecuentemente en las mañaneras representa una gran ventaja para Ricardo Mejía Berdeja, quien aspira a ser gobernador de Coahuila. ¿Esto es positivo? No lo creo. Mejía Berdeja sin duda encabezaría una administración pública eficaz, pero ¿debe el partido de izquierda ganarlo todo? No, no debe ganarlo todo.

“El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Nadie, ni Morena, escapa a la maldición implícita en tales palabras de Lord Acton. Hay que tener cuidado con eso, querido Andrés Manuel.