El gran constitucionalista Jorge Carpizo, rector de la UNAM y destacado jurista mexicano, expuso en su libro El presidencialismo mexicano un nuevo concepto: las facultades metaconstitucionales del Poder Ejecutivo.
¿En qué consisten las facultades metaconstitucioanles a la luz del análisis realizado por Carpizo? El PRI, tras la conclusión de la Revolución Mexicana, se vio obligado a recurrir a la utilización de facultades que si bien estaban contenidas en la Constitución de 1917, traslucían el ejercicio de acciones que resultaban ilegítimas en términos del propio espíritu de la Carta Magna.
Según lo expuso Carpizo – y luego retomado por otros juristas- los presidentes en turno, todos surgidos del PRI, a través del control hegemónico del partido sobre todos los niveles del gobierno (Poder Ejecutivo, Cámara de Diputados, Senado, Suprema Corte, gobiernos estatales, gobiernos locales y legislaturas locales) imponían su voluntad mediante la coerción y el chantaje político.
A raíz de que el presidente de la República era, a la vez, líder del PRI, otorgaba su visto bueno para la elección de todos los candidatos del partido a los cargos de elección popular a lo largo del país. Con ello, los hombres y mujeres electos, una vez instalados en sus puestos, debían obediencia a quien había hecho posible su ascensión, es decir, al propio presidente de la República.
A partir de ello, todos los políticos en ejercicio de un cargo de elección popular sometían sus acciones a la voluntad expresa de Los Pinos. Este fenómeno, estudiado profusamente por Carpizo, fue especialmente dramático en el caso de la Suprema Corte. Dado que el PRI controlaba la mayoría en el Senado, los senadores, quienes debía obediencia al presidente, elegían a los candidatos que resultasen más “afines” a los intereses del jefe del Estado. Ello repercutía, inevitablemente, en la interpretación de leyes y decretos en un sentido que favoreciese a los intereses del presidente.
En el caso de las entidades federativas, el asunto no era distinto. Los gobernadores -todos del PRI- debían su selección como candidatos del Revolucionario Institucional (y por tanto, como mandatarios estatales) al presidente de México. Una vez en sus respectivos palacios de gobierno, los gobernadores devenían un modelo de procónsules que evocaban las memorias mas antidemocráticas del porfiriato.
De vuelta a la actualidad. De acuerdo a los sondeos, Morena ganará el próximo domingo los estados de Hidalgo, Oaxaca, Tamaulipas y Quintana Roo. Es decir, con estas victorias, sumadas a los posibles triunfos morenistas en Coahuila y en el Estado de México en 2023, consumarían la hegemonía de Morena en el país.
Lo anterior, sumado al espíritu priista del presidente AMLO, caracterizado por el dominio unipersonal del partido y por el autoritarismo vertical, podría conducir a la vuelta de las facultades metaconstitucionales.
Si bien es cierto que AMLO dejará el cargo en 2024, el dominio de Morena habrá quedado bien instalado. Veremos en el futuro si su sucesor (si se concreta el triunfo de algún candidato morenista) será capaz de ejercer un liderazgo en el partido oficial que pueda hacer resucitar las prácticas metaconstitucionales algún día ejercidas por el PRI. Mientras tanto la democracia mexicana pende de un hilo.