“I should not be left to my own devices

They come with prices and vices

I end up in crisis (tale as old as time)

I wake up screaming from dreaming

One day I'll watch as you're leaving

'Cause you got tired of my scheming

(For the last time)

It's me, hi, I'm the problem, it's me

At tea time, everybody agrees

I'll stare directly at the sun but never in the mirror

It must be exhausting, always rooting for the anti-hero.”

TAYLOR SWIFT

“Last Christmas I gave you my heart

But the very next day you gave it away

This year, to save me from tears

I’ll give it to someone special, special.”

WHAM!

Es plagio, pero también sería fraude

… a la UNAM, al Senado, a la Suprema Corte, al país. Una tesis para obtener la cédula profesional en derecho, todo indica plagiada casi en su totalidad y adquirida mediante un esquema de fraude. La presentada por Yasmín Esquivel, hoy ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y sí —al menos hasta hace un par de días— candidata a ser presidenta de la misma.

De confirmarse el hecho, el fraude realizado a una institución educativa y luego a diversas instancias tanto del Senado de la República como del Poder Judicial, este sería brutal.

El reportaje realizado por Guillermo Sheridan y presentado en Latinus, es casi imposible de rebatir, máxime cuando se comparan las tesis y se cotejan fechas. Las evidencias, todo indica, superarían cualquier negación (incluyendo sendas cartas que, en su apoyo, se han suscrito y Esquivel ha ventilado en redes sociales).

Se presentó y defendió una tesis igual a la de la hoy ministra (creo que no podemos decirle licenciada) con más de un año de anterioridad. La copia calca, el texto que Esquivel defendió, está haciendo estragos a nivel nacional.

Es plagio, pero también sería fraude. En su momento cometido a la UNAM (aunque este ya habría prescrito) y años después realizado al Senado, a la SCJN y a la Nación entera (esos no proscriben). Ello al ocupar un importante cargo, al asumir aún más importantes responsabilidades y al devengar un salario para el cual no cumplía el primero de los requisitos: ser abogada.

La diferencia entre plagio y fraude es enorme y presenta otra muchas serie de implicaciones. Pero si las resumimos: el plagio conlleva consecuencias dentro de la comunidad académica, pero no grandes castigos administrativos y penales en nuestro país; el fraude alcanza pena privativa de la libertad. Ambos deberán probarse y, uno, sumado al otro, pondrían a la UNAM (y a la autoridad educativa federal) ante la perspectiva de retirarle el título y la cédula profesional a la constitucionalista, con las múltiples repercusiones a nivel nacional que a partir de allí se derivarían. Por ejemplo; ¿los votos en la SCJN de la hoy ministra dejarían de tener validez, así como sus opiniones y tesis (judiciales en este caso)?

La comunidad académica, las presiones y la oportunidad perdida

Las implicaciones serían administrativas, académicas, legales. Para empezar, muchas alcanzarían a los antiguos y actuales alumnos, maestros, directivos de la máxima casa de estudios del país.

Y justamente, por lo mismo, es que estoy convencida de que la comunidad universitaria —incluyendo más de una “vaca sagrada”— no permitirán que este triste asunto quede sin ser absolutamente aclarado. Sin que se elimine cualquier resquicio de duda.

Estamos por entrar, entonces, a un largo y penoso proceso. Largo, sí, porque las estructuras que participarían en la investigación y en la determinación se mueven lento y cada una toma su tiempo.

¿Que cada etapa y actor de un proceso de investigación y determinación administrativa-jurídica podrían verse presionados por intereses externos? Por supuesto. ¿Quién no puede pensar en una persona, dependencia, instancia que querría salvar cara ya sea para probar o desmentir la investigación referida?

Mas “la belleza” de estos procesos académico-administrativos es que se llevan a cabo de forma colegiada; involucran a muy diversas instancias y eso prácticamente las blinda de posibles injerencias y manipulaciones. Lo que es más, no importa el sentido de la determinación final —el que haya habido o no haya habido fraude y/o plagio— la complejidad y el prestigio de la UNAM harían que no quedara espacio para la duda. En otras palabras, se tendría que demostrar públicamente —mediando contundentes pruebas— la resolución a la que se arribe, sea cual sea esta.

La prudencia y la ética en el seno de la SCJN

Yasmín Esquivel tuvo una ventana de oportunidad para aceptar un error de juventud y pedir perdón, mas no la tomó. Esa ha sido su decisión y se ha sostenido en que la tesis es producto de su trabajo y su autoría. En su persona está la razón de su proceder; ya se sabrá si hizo lo correcto y lo apegado a la verdad o no. El hecho es que ese momento para la “salida” ya pasó y no se volverá a presentar, ya no.

Eso deja un asunto colosal en el seno de la Suprema Corte y que empaña en demasía. Un órgano que está a punto de entrar a un proceso de determinación de quien lo presidirá durante los próximos años.

Se turna urgente, por lo tanto, algo que hace unas horas no se tenía contemplado: que la posible crisis al interior de la SCJN (y para el país entero) sea atajada por los ministros mismos.

¿A qué me refiero? ¿Cuál es la solución inmediata para que el proceso de sucesión dentro de la Corte no se descarrile? En principio sería deseable que partiera de la ministra Esquivel excusarse de participar y votar en dicho proceso. No requeriría culpabilizarse del otro asunto, sino simplemente reconocer que el escándalo en el que ella se ha visto involucrada podría afectar a la Corte, al Poder Judicial como un todo y, por consecuencia, a México. Si no parte de ella hacerlo, que el resto de los ministros decidan —y hagan del conocimiento público su decisión— esto es, si desean o no solicitarle a Esquivel excusarse (sabemos que se lo pueden pedir a su compañera, mas no forzar a hacer tal o cual cosa).

Si los constitucionalistas tampoco deciden proceder de esta manera, muy probablemente orillarán al presidente López Obrador a ser él quien le solicite a la ministra Esquivel que se excuse del proceso y dé espacio suficiente para que este transcurra. Quizá, de hecho, esto haya sucedido ya, es decir, es posible que a estas alturas AMLO ya se haya comunicado con Yasmín Esquivel.

No se olvide, los tiempos para elegir al nuevo presidente de la SCJN —a diferencia de los descritos antes para la UNAM— no se detienen. En otras palabras, mientras la Universidad informa si la tesis es o no es una copia, la votación interna para decidir quien es el presidente ya habrá ocurrido (la posible contaminación al proceso también).

¿Impactos políticos?

Un montón, por supuesto. A continuación mencionaré algunos. Pero antes quiero hacer notar que grilla política o no, intereses o impactos en el proceso sucesorio de la SCJN o no, elementos para desestabilizar al régimen de la 4T o no, NO quitan que aquí hay una seria sospecha de plagio y fraude cometido por una ministra de la Suprema Corte de la Justicia de la Nación.

Vamos pues. Sabido que Yasmín es esposa de José María Riobóo, uno de los contratistas más caros (de cariño) de la Cuarta Transformación. También que, de los ministros que fueron propuestos por López Obrador, ella es la única que decidió buscar la presidencia de la Corte en esta ocasión. Adicionalmente, que en su momento López Obrador señaló la supuesta corrupción del hoy exministro Eduardo Medina Mora. Al final no se le probó nada. Pero sí fue razón suficiente para que aquel dejara (¿para forzar que dejara?) la SCJN.

Estos tres elementos, sumados a otros que aquí no mencionaré por falta de espacio, hacen que a López Obrador no le convenga lo que está ocurriendo (por supuesto, al país tampoco).

¿Qué hará el primer mandatario para que este nuevo escándalo de corrupción no enlode a su gobierno? No se ve bien que a la figura a quien él más apoyó en la Suprema Corte resulte corrupta, además de haber plagiado y cometido fraude. Ciertamente esto, junto con el atentado cometido contra Ciro Gómez Leyva, podrían desestabilizar fuertemente la situación política nacional.

Que Andrés Manuel no desee tener que meterse de lleno al asunto (digo, si se involucra en todo y en este caso no lo ha hecho) no significa que pueda dejar de hacerlo… ¿Valdría la pena que AMLO vaya pensando —si es que no lo ha hecho ya— a quien propondría para sustituir a Esquivel? ¿Acaso es Adán Augusto López un nombre que consideraría?

Posibles implicaciones

¿La inmediata? La nada deseada afectación a un proceso de nombramiento de la presidencia de la SCJN.

Más adelante, los efectos desestabilizadores para el país que aún no dimensionamos. Y es que no se trataría únicamente de una ministra corrupta. Incidiría en la universidad y en el sistema de educación superior, en la burla al Senado, a la Suprema Corte, al presidente mismo. Sin olvidar su actuar en el tiempo que ha sido ministra. ¿Qué ocurriría jurídicamente hablando? ¿Qué sucede con el sistema judicial, con su probidad, con su autonomía?

Afectaría también lo logrado por las mujeres. Que se diga ya desde ahora que Esquivel está siendo atacada por el simple hecho de ser mujer es un juego sucio y una afrenta a todas nosotras. El intento de ensuciar lo que ha llevado años construir —ahora cuando las mujeres son violentadas por el hecho de serlo— no debe pasar desapercibido.

Estamos ante una de las peores crisis para la nación. ¿Que una de las ministras —que juró protegerlo— sea la que desestabiliza al poder judicial?

En este bochornoso asunto, por decoro, pero sobre todo por amor a México y por cuidar un proceso en el seno de la SCJN para elegir a su presidente, Yasmín debe marcar distancia.

Se requiere prontitud y certezas en el proceso de elegir al nuevo presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Esta columna se toma una semana de vacaciones y regresa el 2 de enero.