Sin un claro director, los instrumentos de viento tocan una melodía, los de cuerda otra, las percusiones parecen estar esperando el momento para entrar, y las notas musicales parecen haber sido escritas por personas que ni músicos son; todo esto genera una desafinada melodía que no parece llevar a nada, no transmite ni genera reacción alguna ante un público que se queda pasmado y confundido ante lo que están escuchando.

Así está la oposición en México, todos quieren entrar en la orquesta, todos quieren tener un rol importante, pero simplemente no existe un liderazgo tal, que logre coordinarlos a todos con base a una agenda política adecuada que logre conectar con la ciudadanía.

El PRI le da cuerda a todos, de momento coquetea con la idea de negociar y analizar las iniciativas que envíen desde el Ejecutivo, ser una oposición responsable al mismo tiempo que sigue haciéndole guiños al PAN para ir juntos sobre todo en materia electoral. No hay una lectura precisa de lo que pretendan hoy día como partido, de las políticas públicas que estarían impulsando, ni de los cuadros que terminarán participando en futuros proyectos. Es hoy un grupo indeciso, que parece estar tocando notas solo por seguir en la orquesta.

Movimiento Ciudadano pone distancia, le da prioridad a un proyecto que lo aparte de los negativos que tienen el PRI y el PAN, mientras trata de impulsar una agenda tibia, no fundamental, pero que le de para venderse como opositor a este gobierno. Tratar de ir acaparando las preferencias de aquellos votantes que lo han intentado todo, y que nada les ha funcionado. No importa si su salida de la orquesta limita las sinfonías que se puedan tocar, han visto que el concierto será un fracaso y prefieren desmarcarse.

El PAN toca los instrumentos de viento, porque así es como se van sus mismas palabras. Muestran hoy indignación ante las acciones que sus gobiernos antes hacían y promovían. Dentro de su partido hay rompimientos y disputas que merman su alcance. Un grupo pelea por el protagonismo, incendia las redes y promueven contenidos fatuos, irrelevantes e imprecisos, como los tuits de hace 10 años de la Senadora Citlalli Hernández, notas falsas como la que desmintió Proceso de una supuesta declaración de Alfonso Romo, o la absurda versión del simulador del tren de AMLO; contenidos aprobados desde una oficina en la Ciudad de México y difundidos a través de sus “influencers” y líderes, quienes quedan ridiculizados y exhibidos al demostrarse la falsedad de sus publicaciones.

En el camino además, se llevan de corbata a comunicadores y medios que desencantados con este gobierno, buscan en esta oposición elementos para poder golpear y criticar al partido en el poder. Confían sin corroborar, lo que irresponsable e improvisadamente se comparte desde sus cuentas, pagan con su credibilidad.

Así es difícil cambiar el escenario para la sucesión del 24, difícil de cautivar a una audiencia exigente, que ya ha escuchado de todo en el pasado, y que por ello hoy, es más difícil de convencer; menos aún, cuando la orquesta no logra ponerse de acuerdo y toca en sus tiempos y formas, las notas de una melodía que cada quien ha interpretado a su propia manera. Es la desafinada orquesta opositora, que si sigue así, va a terminar perdiendo los pocos escenarios que aún les quedan para presentarse.