“Como siempre, vienen, prometen, pero cuando llegan al puesto, no cumplen... se desaparecen…”

México. 1 de marzo, 2024. Algunas percepciones sobre los inicios de campañas. Comienza la temporada en que la llamada “clase” política sale a buscar votos. Todo bien por la salud de la democracia, que todavía está en pañales desechables, pero la situación que vive el país no está como para tirar tanto dinero en propaganda política.

El Instituto Nacional Electoral (INE) establece, sin embargo, un esquema de financiamiento público a las campañas. Así, las y los profesionales de la política se ubican en modo de competencia, a través de las vitrinas más caras del mundo.

I

Democracia cara: Percepción de Despilfarro

Ya lo decía el doctor John Bautista, paradójicamente, “en este país resultan más importantes, por su financiamiento, los actos políticos que las inversiones en educación pública.” Sugiero que tomemos los siguientes datos como ejemplos de contrastación o para reflexionar:

La Universidad Pedagógica Nacional (UPN), que es pública, opera con mil 077 millones de pesos, al año.

Según el INE, el financiamiento para gastos de campaña (2024), por partido político es el siguiente:

Partido Acción Nacional: $613,175,183.00

Partido Revolucionario Institucional: $600,814,265.00

Partido de la Revolución Democrática: $236,266,711.00

Partido del Trabajo: $225,814,634.00

Partido Verde Ecologista: $282,581,897.00

Movimiento Ciudadano: $323,172,846.00

Morena: $1,023,068,078.00

Total, de financiamiento para gastos de campaña (2024): $3 mil 304 millones 893,614.00

No hay justificación convincente para destinar estas exorbitantes cantidades de recursos del erario a las campañas político-electorales en México, mientras existan necesidades sociales prioritarias (salud, educación, seguridad pública, etc.), pero así lo ha decidido o determinado el poder legislativo (Cámara de Diputados) con el visto bueno del poder ejecutivo federal. Ello se ha establecido “en nombre de la democracia”, dirán. Sí, pero no deja de ser, la mexicana, una de las democracias más caras del mundo.

II

Las pasarelas políticas

Con recursos del pueblo, ahí están las y los candidatos en la lucha para obtener, mediante el voto, puestos de elección popular y otros no tan popular. Ahí están listas y listos para caminar por las pasarelas políticas nacional, estatales y locales.

En este año de comicios, hay candidatas y candidatos que quieren ganar cargos de mayoría y otros que van a ocupar espacios de minoría o de representación proporcional (aspirantes que son propuestos por los partidos). Unos están preparados para la competencia abierta, para la lucha más difícil, en la calle, pero otros sólo esperarán, cómodamente y sin estresarse, los resultados de la jornada electoral del domingo 2 de junio.

Ellas y ellas salen dispuestos a desfilar, con sus ropas de temporada electoral, con sus más atractivas caras y sus lenguajes contradictorios; todo sea por iniciar bien o continuar una carrera política. Ahí están, ellas y ellos, colocados en modo de promoción, de exposición, de correr los riesgos que sean necesarios ante los medios de comunicación convencionales, en redes sociales digitales y en las calles.

Ahí están, ellas y ellos, dispuestos a soportar que la gente les diga: “Como siempre, vienen, prometen, pero cuando llegan al puesto, no cumplen... se desaparecen…” La democracia en la calle.

III

El lenguaje traicionero

Fue en el Zócalo. La candidata de Morena, PT y Verde Ecologista iba a decir “que siga la transformación”, pero comenzó por decir “…que siga la corrup…”. Fue un tropezón discursivo, cierto. Y corrigió, cierto. Pero fue un hecho público que puede ser interpretado de muchas maneras: a favor y en contra. ¿Quiso decir: “que siga el combate a la corrupción”?

Fue el subconsciente o el inconsciente, pero ese acto constituye la primera traición del lenguaje al pensamiento durante la campaña. ¿Qué dicen nuestras amigas y nuestros amigos psicoanalistas sobre ese singular acto corregido del lenguaje por parte de la doctora Claudia?

Actos fallidos se dan con frecuencia durante el uso de la palabra y en los discursos de las y los políticos y, en general, en los eventos públicos, aun cuando se tenga un texto a la mano. No hay duda y es humano. Lo relevante de ello es determinar qué tan alto es el costo que tendrá ese desliz durante la campaña y en la jornada electoral.

IV

Rituales impensados

En Irapuato, Guanajuato, la candidata X, postulada por el PRI, PAN y PRD, entre otros grupos o membretes políticos, firmó un compromiso con sangre. Un compromiso que, por cierto, no es necesario firmar porque tiene rango constitucional: El derecho a los programas sociales y, en particular, a los apoyos para adultos mayores.

¿Firmar con sangre? ¿Quién asesora a la señora X y con qué criterios? ¿Qué tipo de simbolismos comunica el uso de la sangre en un acto público, de carácter cívico? ¿A la oposición le gusta ver sangre en sus actos de campaña? ¿Por qué eligió el territorio de Guanajuato y a su gente para realizar tal espectáculo? La percepción que genera ese acto es más negativa que positiva. El de ayer fue uno de los rituales políticos impensados, desafortunados.

V

Ausencias

Durante el arranque de las campañas, en el banderazo de salida no vimos a personajes emblemáticos o “históricos” tanto para apoyar a una candidata como para la otra, y mucho menos para apoyar, en su caso, al candidato gris del movimiento ciudadano, que dudo que sea movimiento y, más aún, no sé qué tan ciudadano lo sea.

VI

Certeza

El Zócalo lleno de ayer demuestra que el mundo de Twitter (X) y de FB, con bots y sin bots, con anónimos y sin ellos, no es el mismo mundo que el de la movilización en la calle... Esa es la única certeza que nos regalan las percepciones subjetivas, las sensaciones procesadas, repensadas.

A veces, las ausencias son más significativas que las presencias.

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@jcma23