Uno de los logros o aspiraciones de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) fue empoderar a la ciudadanía para que en consulta se determinara la conclusión anticipada de la gestión presidencial. En diciembre de 2019 fue reformada la Constitución para establecer las bases para dicha consulta a cargo de INE. Con mora de casi dos años se aprobó la ley reglamentaria que en su artículo 5 define:
“El proceso de revocación de mandato es el instrumento de participación solicitado por la ciudadanía para determinar la conclusión anticipada en el desempeño del cargo de la persona titular de la Presidencia de la República, a partir de la pérdida de la confianza”
Queda claro que la revocación de mandato se presenta cuando hay pérdida de confianza de una parte importante de la población. Sin embargo, la Constitución determina que esa minoría, la que solicita la revocación sea de 3 por ciento de la población con una expresión regional que incluya al menos 17 entidades y que en cada una de éstas al menos 3 por ciento de sus ciudadanos avale formalmente la solicitud de revocación de mandato. Como tal, no se aprecia complicado cumplir con ese requisito numérico. La Constitución determina que para la validez del procedimiento de revocación se requiere una participación ciudadana de 40 por ciento.
Para efectos prácticos la institución ha pasado al terreno de lo absurdo. Por una parte, se le niega al INE por los interesados en que la consulta proceda, los recursos suficientes para su organización y promoción. Lo delicado del caso obliga al INE a proceder en términos semejantes al de la elección presidencial, elegir y revocar van de la mano, con el agravante que el único habilitado para promover, publicitar e informar en el caso se revocación es el INE y alcanzar ese 40 por ciento para que la consulta tenga validez se anticipa muy difícil de alcanzar.
Quien está interesado en revocar el mandato y se encuentra inmerso en la recolección de firmas no es la expresión de esa minoría que ha perdido la confianza, sino justamente lo contrario, quienes andan en la recolección de firmas para revocar el mandato de López Obrador son aquellos que le respaldan y simpatizan. Quienes han perdido la confianza en él, o quizás los que nunca la han tenido, es una minoría considerablemente mayor al de ese 3 por ciento, pero que no participa de la idea de la conclusión anticipada del mandato. Es más, quienes más se oponen lo que quieren es que gobierne de manera diferente a la que lo ha hecho y que concluya su gestión en los términos previstos en su elección.
En breve: quien promovió la reforma lo hizo para empoderar a los ciudadanos para revocar el mandato por pérdida de confianza; en la práctica la consulta trata de validar la gestión de presidente, esto es, la institución se tergiversó para volverla ratificación de mandato. Además, los interesados en que todo esto suceda no le proporcionaron al organizador los recursos para proceder.
Al momento las cosas no pintan tan bien como parecieran. El informe del INE a poco más de un mes del término para presentar las firmas revela atraso y desaseo en el proceso de recolección de firmas. Se necesita 2.8 millones de firmas. Sólo se han presentado 679 mil 499 apoyos, de los que solamente 541 mil 648 pasaron la prueba, un avance de menos de 20 por ciento de la meta. Más aún, hay estados gobernados por el partido interesado que muestran números ridículamente bajos, como Colima, Nayarit y Sonora, con menos de 1 por ciento de avance respecto del total que se requiere en dichos estados.
No es difícil que los promotores de la ahora ratificación de mandato aceleren los trabajos para cubrir la meta y así cumplir con los requisitos que impone la ley. Después de todo, quizás lo más práctico, lo más razonable es que se llegue a la conclusión sobre lo ocioso del ejercicio, esto es, que no hay interés en la revocación y que la ratificación no requiere de inversión, gasto o declaratoria, es suficiente remitirse a cualquier estudio de opinión que revela que el presidente López Obrador cuenta con un respaldo ciudadano mayoritario y más aún, quienes se le oponen no tienen ni por asomo como exigencia la conclusión anticipada de su desempeño.
Federico Berrueto en Twitter: @Berrueto