La entidad de Campeche está viviendo momentos decisivos en la vida democrática del país. Aunque, si realmente el poder del pueblo está caminando por el incipiente sendero que comenzó en la etapa del 2018, la actual gobernadora electa, Layda Sansores, debe ser ratificada como titular del ejecutivo estatal de ese territorio.

Pero ¿cómo recuperar esa confianza? si, hasta hace poco, el Tribunal Electoral mismo que decretó el recuento voto por voto, casilla por casilla, fue el que tumbó dos candidaturas a Morena a escasos comienzos de la campaña; al final no trascendió en el resultado– ya que Regeneración Nacional ganó Michoacán y Guerrero.

Y por si eso fuese poco, sorprendió cuando arrebató tres diputaciones federales ganadas en el escrutinio público. Eso explica muchas cosas, incluyendo el sesgo si razonamos con fundamentos. Entonces, las probabilidades de que, esto puede cambiar de rumbo, pueden ser inciertas, sin embargo, si realmente los órganos electorales quieren dejar satisfechos a la sociedad con apego a la justicia y, por lo menos, hacernos creer que se sujetan al derecho constitucional– deben ratificar el triunfo legítimo de Layda Sansores.

En ese afán por seguir golpeando al partido en el poder, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de La Federación pidió certeza en la elección. Su decisión fue feroz. Se percibe zozobra en la dirigencia Nacional y estatal de Morena. A pesar de que el criterio que aplicaron de contar todos los votos y las casillas fue riguroso, no debe dar pie a cambiar las circunstancias. Layda superó a todos.

Defenderá el voto. Hay comités de organización social que, desde hace días, planifican la movilización pacífica para aclarar los hechos. Para ser preciso– la elección se tornó así: polarizada por la competencia que, al final, resultó de tercios. Aunque, justo en esa coyuntura, despegó Layda Sanadores.

Ganó con una proporción relativamente corta, pero, al final, venció. La democracia participativa es así: un voto puede marcar la diferencia. De hecho, el mismo Tribunal Estatal de Campeche reconoció su victoria.

No obstante, la parte más importante de todo, es la que ratificó la sociedad de Campeche en las urnas. Es cierto que el proceso resultó cerrado, pero, repito, ganó Sansores. El pueblo en su mayoría se inclinó por Layda. Por ello, el tamaño del impacto del estupor que resultó luego de la decisión del tribunal; la evidencia en los números da ventaja a la exsenadora de la República, sobre todo por los resultados inmediatos a priori.

Entonces, si realmente los órganos electorales y los tribunales del poder judicial quieren recomponer un poco la pérdida de credibilidad y confianza, tienen que ratificar el triunfo de Layda Sansores. Sería una pena si algo extraño pasase; los encargados de garantizar la decisión del pueblo– deben demostrar que, todavía, hay una mínima y ligera dosis de certeza en esas instituciones que, últimamente, ha sido insistente en sus equivocaciones.

Supongamos que se valida nuevamente el triunfo, aun así, no hay duda que, la reforma electoral una vez que inicie el periodo legislativo, debe trabajar a marchas forzadas.

La ignominia que sufrió Morena es bastante inmensa. Arrebató espacios claves y, no solo eso, se convirtió en aliado de la misma oposición. La pelea estaba cerrada, es cierto, pero, al final la diferencia marcó la tendencia a favor de Layda.

Así hubiera sido menos la diferencia, se tiene que respetar la voluntad. Hay que recordar que estamos entrando a una nueva fase previa de elecciones en 2022; con qué garantía transitamos si Morena es ampliamente favorito en 5 de 6 entidades.

Hay que pensar también en la sucesión presidencial. Está cerca y, ¿con esos árbitros? Se equivocó en su evaluación el Tribunal Electoral; el término de certeza es ambiguo en una decisión. Eso puede romper con la voluntad del pueblo que se inclinó por Morena como lo muestran las actas computadas.

Aunque, ¿por qué ese control autoritario? Es incomprensible. Es cierto que en 2006 se utilizó esa consigna que, al final de cuentas, no trascendió por falta de voluntad del Tribunal. Sin embargo, la característica de aquella elección fue un fraude electoral ante los ojos de todos. Sin respeto, el órgano electoral fue comparsa del gobierno en el poder. Se despojó de su triunfo al López Obrador. Por ello, no hay punto de comparación con el ejercicio de Campeche; aquello fue un robo y, esto que sucede actualmente, es un atropello a Morena que, desde luego, mostró su exacerbación y con justa razón.

Sin embargo, no tengo duda que la razón asistirá a Layda Sansores. Ella ganó.