Ayer se publicó en El Universal que la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) revisó las finanzas de distintas personalidades de la vida pública, tales como los expresidentes Carlos Salinas de Gortari, Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto, entre otros.

El asunto se antoja mucho más complejo de lo que se advierte a simple vista. Esto a causa del contexto en el que sale a la luz. Nos encontramos en tiempos de campañas políticas. Consecuentemente, debe analizarse tomando en consideración las connotaciones jurídicas, políticas y, muy en especial, las electorales, que engloban al tema.

La investigación, de acuerdo con El Universal se suscitó a raíz de diversas declaraciones vertidas por el otrora director de Petróleos Mexicanos (PEMEX), Emilio Lozoya Austin, a quien se le acusa de lavado de dinero, cohecho y fraude.

Lo que llama la atención es que de acuerdo a la nota, la Unidad de Inteligencia Financiera inició las investigaciones a petición de la Fiscalía General de la República, en noviembre de 2020. Es decir, hace medio año.

Aunado a lo anterior, el proceso en contra de Lozoya lleva ya más de diez meses iniciado.

Así las cosas, no resulta complicado afirmar que nuevamente el gobierno federal utiliza de modo faccioso las instituciones con propósitos políticos.

Porque en política no existen las coincidencias.

Que se mencione que la Unidad de Inteligencia Financiera investiga a los expresidentes a menos de quince días de la elección no es una coincidencia; es cinismo.

No sería la primera vez que el oficialismo utiliza al aparato del Estado para amedrentar adversarios o promoverse electoralmente. Los resultados de la Unidad de Inteligencia Financiera se han dado de manera más eficaz en cuestiones proselitistas que en materia de procuración de justicia.

Si a diez meses los expresidentes siguen libres, es porque seguramente no tengan nada contra ellos. Además, la presunción de inocencia no es únicamente una pauta o un principio, es un derecho humano.

Así que espero que los paladines del humanismo no vuelvan a caer en contradicciones. Aunque la congruencia nunca ha sido un rasgo distintivo de los oficialistas; no obstante, en esta ocasión espero se apele a la justicia y se pondere a la misma por encima de una elección.