Decía Alberto Cortes, que cuando un amigo se va, galopando a su destino, se llena el alma de frío. Y es que ver partir al hermano que uno escoge, de verdad flagela al corazón. Pero lo más fuerte del mensaje de la canción no es la referencia al ambiente gélido inherente a las tragedias, sino su conclusión: el dolor, fruto de la pérdida de un amigo, radica, sobre todas las cosas, en que el vacío que se crea, no lo puede llenar ni siquiera otro amigo.

Yo no era el mejor amigo de Mario. Por cuestiones temporales. No obstante, hubiera sido un privilegio haberlo sido.

Claro que fui su amigo. Me honra poderlo escribir. Mas antes que eso, fui su aprendiz, su admirador, su incondicional.

Ahora, el motivo de mis lágrimas, sobre todas las cosas, es que el hijo de Mario, Mario, es mi hermano. Así que me toca llorar el hueco que genera la pérdida de un amigo y también la dolencia que contagia el ver a un ser amado perder a su padre. Por eso el título: Mario. Los que lo quisimos como yo, saben a qué me refiero.

Qué difícil es encontrarle un aspecto positivo a la muerte. Sin embargo, cuando uno quiere como yo quise a Mario, sudamos por hacer alquimia con las palabras.

Y permítanme hablar en primer persona.

Tío, Mario, te fuiste en el ruedo de tu felicidad, en el campo de tu vida, rodeado de polvo, sangre, pasión.

Tocando madera le pregunto a tu recuerdo: ¿Si te lo hubieran dado a elegir, hubieras escogido otro desenlace?

Y es que tuviste a la mujer de tus sueños, a dos hijos admirables, al despacho más exitoso.

¿No será que existe algún pacto con los dioses que decidiste omitirnos contar?

Indiscutible es que ganaste todas tus luchas. Muchas de ellas, por todos nosotros y para nosotros. Lo irreparable de tu ausencia también se verá reflejada en la perenne batalla en la pelea por lo que nos apasiona. El relevo será complejo. Rayando en lo imposible.

Tu voz, tus argumentos, tu debate, será extrañado.

Concluyo asumiendo la responsabilidad de lo que estoy por decir: Dejas huérfanos de padre a los cazadores de México.

Por eso el compromiso que nos significa no estar a la altura de estas circunstancias. Hablo por mí y por nuestros hermanos del Club Safari de México y de todos los cazadores. En nosotros no quedará: no fallaremos a tu memoria. Y jamás se hablará de ti en pretérito.

Hasta siempre, Mario.

Hasta siempre, tío.