EL AJEDREZ HUMANO

La guerra ha comenzado, desde la temporada 2021, Fórmula 1 y la Federación Internacional de Automovilismo han tenido varios desencuentros que quizás acaban de llegar a su punto más alto. El actual presidente de la FIA, Mohammed Ben Sulayem, disparó otro dardo que fue directo al corazón del orgullo y sobre todo bolsillo de la F1: dudar de su valía en el mercado. Eso, en un deporte donde solo algunas marcas tienen el poder adquisitivo para poder entrar es inaceptable, donde los principales motoristas del mundo se despedazan no solo para ganar, sino para posicionar su producto en el mundo, podría ser la gota que haya derramado el vaso y que a seis semanas del inicio de la temporada número 74 de la Fórmula 1, sea el principio de un desencuentro que ojalá no termine de perjudicar el gran momento de crecimiento que posee el llamado gran circo del automovilismo.

Me explico: en 2017 la empresa Liberty Media compró los derechos de la F1 por una cifra que ronda los 50 mil millones, un negocio que le permite al conglomerado estadounidense gestionar los derechos comerciales y de promoción de la categoría por los próximos 88 años. Es decir, hasta el 2110, contemplando la organización de un certamen sobre el que la FIA retiene la propiedad y el poder legislativo, nada más, estas transacciones tuvieron entonces la aprobación tanto de Max Mosley, como de Jean Todt, quienes eran los presidentes en turno.

Lo anterior se deriva de un tuit publicado el día de ayer de Ben Sulayem en donde acepta que hay una oferta de fondo soberado de Arabia Saudita de 20 mill millones de dólares, cuatro veces más de lo que Liberty Media pagó, para hacerse de los derechos de la F1. El punto no es la oferta, sino la manera que el propio Sulayem dudó que la Fórmula 1 cueste eso, lo que desató la ira de los accionistas, propietarios y jefes de los diez equipos que integran la categoría, quienes vía un documento le pidieron expresamente al Sultán Emiratí se abstenga de hacer juicios de valor que vayan en detrimento de este deporte, añadiendo que de manera pública y sin el consentimiento de estas partes, nadie tiene el derecho de calcular el valor de la F1, lo que puede generar una afectación a la cotización bursátil que se tiene.

En pocas palabras, la F1 presume una autonomía a la hora de evaluar sus contratos y solo depende de la FIA para legitimarse como categoría. A partir de ahí, Ben Sulayem no puede meterse en estos temas que han causado tanto incono entre los accionistas, no es un secreto que la Fórmula 1 vive un momento dulce, tal vez el mejor de su historia, con un crecimiento brutal que la ha llevado a ampliar su calendario a 23 fechas, con empresarios y gobiernos que pujan por entrar, demanda que ha generado un incremento en las renovaciones de los que quieren seguir dentro de la temporada y la necesidad de consumo de la afición sigue creciendo a pesar de los altos costos, los boletos en Miami, Austin y Las Vegas son de locura, 20 mil pesos el más barato y hasta medio millón el más caro, para vivir la experiencia al estilo estadounidense, pero también, la generación de documentales, merchandising, series, detrás de camarás, todo genera un valor agregado.

En parte por eso es la disputa, por una gallina de los huevos de oro está en su mejor momento y que todos buscan sacar raja. Por primera vez en la historia de la F1, los equipos generan jugosas ganancias, ¿o a poco cree que si no fuera negocio, Audi, Porsche o hasta los Andretti todos ansiosos de entrar?

Por lo pronto el divorcio entre FIA y F1 parece inminente, ojalá el desenlace no afecte en la pista, en donde por cierto, se vislumbra una temporada 2023 mucho más competida y emocionante.

Luis Enrique Alfonzo en Twitter: @LEAdeportes