Ninguna autoridad lo ha acusado, pero Felipe Calderón, a juzgar por lo leído en algunos de sus tuits, se como alguien que en el futuro cercano será encarcelado.

Se defiende don Felipe, en redes sociales, con el argumento infantil de que es un perseguido político. Argumenta que la PGR presiona al exdirector de Pemex, Carlos Treviño, para que este declare contra el esposo de Margarita Zavala.

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En efecto, eso es lo que dijo Treviño, señalado por Emilio Lozoya como una de las personas que participó en la trama de sobornos de Odebrecht.

Decir que se le presiona para hundir a Calderón no parece una defensa muy inteligente del señor Treviño, pero es la que le sugirieron sus abogados. Es algo que solo beneficia al esposo de la señora Zavala, ya que le sirve para victimizarse y, de pasada, insistir en presentar al gobierno de AMLO como represivo.

Lo cierto es que Andrés Manuel no ha acusado a Felipe de nada. La FGR, tampoco. El problema de Felipe no está ahí, sino en Estados Unidos y tiene nombre y apellidos: Genaro García Luna, el estratega y ejecutor de la guerra perdida de Calderón contra el narco, a quien en aquel país se acusa de haber estado a las órdenes de las mafias de Sinaloa. Esta sí es una bronca para el político sin escrúpulos que en 2006 se robó la presidencia de México.