Ha dicho Pedro Miguel, de La Jornada, que si a él le ofrecieran un cargo diplomático no lo aceptaría —”ni por todo el oro del mundo”— para no perderse la “experiencia in situ de la 4T”.

Pienso, sin tener información, que a Pedro Miguel sí le ha ofrecido Andrés Manuel varios cargos, dentro y fuera de México, todos más relevantes que el de encabezar las actividades culturales en la embajada mexicana en Madrid. Pero un hombre absolutamente decente como Pedro Miguel debe haberlos rechazado, precisamente por decencia. No nació para ser burócrata y no lo será.

Menciono a Pedro Miguel, @Navegaciones en Twitter, porque en esta red social, a diferencia de otros partidarios de AMLO, él ha sido muy prudente al analizar el caso de Brenda Lozano, la novelista que ha sido linchada por haber aceptado ser la agregada cultural en España y por haber ejercido un derecho humano fundamental: el de criticar al presidente de su país, sí, a Andrés Manuel, de quien inclusive se ha burlado con memes.

Sin ofender a la escritora, el prudente Pedro Miguel fijó su posición citando a una tuitera conocida, @Dana_Corres, quien, en resumidas cuentas, ha cuestionado a Brenda Lozano por pretender representar en el extranjero a un movimiento político mexicano en el que no cree.

Hay una confusión en lo anterior. Nadie en el servicio exterior representa al movimiento de AMLO, que es solo una parte de nuestro país: en las embajadas y en los consulados se representa a todo México, y todo es todo: incluye a la izquierda, sin duda, pero también a la derecha; a Morena, sí, pero asimismo al PRI y al PAN y a MC; a la gente de pensamiento progresista, pero igualmente a la conservadora; a los ateos y a los religiosos...

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Quizá Brenda Lozano cometió un error político al no rechazar el puesto que le ofreció Enrique Márquez, quien ya ha renunciado por el escándalo del nombramiento de la novelista. La comprendo: ella no es política.

Por cierto, se vio muy mal, poco solidario y aun miedoso el canciller Marcelo Ebrard al no exigir a Márquez seguir en el cargo.

No conozco a la joven novelista y, supongo, debe estar ahora mismo considerando con toda seriedad renunciar al cargo, sobre todo porque el presidente López Obrador la descalificó incluyéndola entre las intelectuales neoliberales.

Me habría encantado que Andrés Manuel la hubiese apoyado, pero no lo hizo, sino todo lo contrario.

La escritora está en un callejón sin salida: si renuncia, pierde; si no renuncia, pierde. AMLO, en otro callejón muy distinto, en este asunto tampoco tiene salida.

Creo que Brenda Lozano renunciará y no se cumplirán los deseos de personas que la quieren, como la cantante mexicana Julieta Venegas:

En cualquier caso, tal como están las cosas, el daño mayor será para la 4T, que no se vio tolerante.

La mala jugada

En la página de internet de la empresa editora Planeta, la reseña de novela Todo nada de Brenda Lozano empieza con esta expresión: “En esa tierra de nadie que es la vida”. ¿Qué significa? No tengo idea. Quizá lo mismo que el vallenato favorito de AMLO, el de “Los caminos de la vida”.

Ojo con los caminos de esa tierra de nadie que es la vida, Andrés Manuel. Porque habrá más caminos y más vida cuando la 4T desaparezca. No descuides el futuro, presidente.

Lo peor que puede hacer un gobernante es apostar al todo o nada, por usar dos palabras del título de la novela de la señora Lozano.

Creo que Andrés Manuel habría estado feliz con una mujer muy crítica de la 4T en la agregaduría cultural en Madrid, pero la presión de los duros de Morena en las benditas redes sociales lo llevó a no apoyar a la novelista.

Para agradar a su público, el presidente decidió jugar al todo o nada con la novelista, pero olvidó uno de sus principios de lucha política, quizá el que más resultados le ha dado: pleitos para arriba, todos; para abajo, ninguno.

Es decir, se entiende como estrategia eficaz de comunicación que AMLO se enfrente a los grandes medios, poderosísimos, aunque no debería lanzarse contra periodistas en lo individual, porque los hace crecer aunque algunos no valgan nada.

Igualmente puede resultar benéfico para el presidente —y para todo el país— no estar de acuerdo con los grandes capitalistas y hasta llevarle de vez en cuando las contras a Joe Biden, pero…

¿Descalificar a una joven escritora porque le hizo unos memes, ni siquiera ofensivos; porque colabora en Letras Libres, la revista de Enrique Krauze; porque fue alumna de León, el hijo de Enrique, y porque no cree ni está obligada a creer en la ideología de izquierda?

Brenda Lozano no es Carlos Loret de Mola

Brenda nació en 1981, es decir, tiene más o menos la edad de mi hija y del hijo mayor de Andrés Manuel.

Curioso que la novela Todo o nada de la señora Lozano, según la reseña de Planeta, tenga que ver con un abuelo y su nieta que estudia literatura..., el actual debate se da entre una joven novelista y un presidente que quizá tenga la edad del papá de ella.

Otros 40 años los vivirá Brenda, activa como escritora, sin muchos problemas. Ignoro si es buena o mala novelista, pero es un hecho que sus libros ahora se venderán más y que crecerá bastante su importancia como opinadora en los medios tradicionales y electrónicos, de México y el extranjero.

No necesitaba Andrés Manuel nutrir de esa manera a una persona que podría ser, en el futuro no tan lejano y durante décadas, la principal cronista en contra de la 4T.

La verdad de las cosas, por más que las críticas en las mañaneras hayan incrementado el rating en la radio de Carlos Loret de Mola, este hombre no ha aumentado su credibilidad porque sus hechos del pasado lo descalifican.

No es el caso de Brenda Lozano , a quien no se le puede acusar de ninguna falla ética, no del tamaño de las de Loret.

Si el pensamiento antilopezobradorista necesitaba una intelectual con credibilidad, está naciendo en el actual debate, alimentada y, por lo tanto, fortalecida por el propio Andrés Manuel.