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El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) informó hace unos días que el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) reportó una variación de 0.62% respecto al mes previo, quedando el índice inflacionario anualizado en 8.7%. La escalada de precios en el país cede unas décimas respecto a la primera quincena del mes pasado (8.76%) para cerrar en los mismos niveles de agosto y quedó por debajo de la proyección del mercado, que esperaba un nuevo máximo en más de dos décadas con una inflación de 8.74%.

Las cifras dadas a conocer por la institución que dirige Graciela Márquez nos hablan de que la escalada de precios del pasado mes de septiembre ha dado un leve respiro a la economía mexicana. Esta baja marginal de la inflación ha sido posible gracias a un sacrificio fiscal para subsidiar el consumo de combustibles y que estos energéticos no suban sus costos, pero hay otros factores estructurales que influyen en el alza de precios sobre todo de los alimentos como son:

1) La guerra en Ucrania que provocó escasez de fertilizantes y commodities agropecuarios

2) incremento de los fletes marítimos a nivel mundial

3) El cambio climático y los cambios de hábitos de consumo tras la pandemia

4) La inseguridad en caminos y carreteras del país que afectan la cadena de distribución sobre todo de los alimentos

5) La violencia por parte del crimen organizado a productores y comercializadores de alimentos en varias zonas del país (cobro de cuotas) que afectan la cadena de distribución y comercialización de alimentos.

6) Bajos rendimientos de producción de tierras en varias zonas del país, además de sequias en gran parte del año.

7) Falta de apoyos a la producción y comercialización de alimentos

8) corrupción para el otorgamiento de estímulos para los productores.

9) Prácticas monopólicas u oligopólicas ejercida por acaparadores y empresas privadas de la cadena de producción, distribución y comercialización de los alimentos.

El conjunto de todos estos factores ha atizado la inflación alimentaria este año, pero a lo que ha provocado que del campo a la mesa algunos productos de la canasta básica de los mexicanos se pueden encarecer más de 300%.

La inflación de los alimentos en México no cede y esto lo podemos observar en los datos de la última quincena de septiembre que registra un aumento promedio del 15.22% y continua como el segmento cuyos precios más han aumentado.

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Los productos que siguen impulsando el indicador al alza son los alimentos, los mayores aumentos de precios durante septiembre se registraron en el tomate verde, el jitomate y la cebolla.

El incremento del costo en los 23 bienes que forman parte del Paquete contra la Inflación y la Carestía (Pacic) duplicó al incremento general de precios.

Cifras del Inegi indican que el conjunto de alimentos y productos del Pacic aumentó 16.88% anual en la primera quincena de septiembre, mientras la inflación general se ubicó en 8.76%.

Los mayores incrementos anuales los presentaron la cebolla (87.26%), la papa (80.85%), la naranja (47.52%), el huevo (35.67%) y los aceites vegetales (26.73%).

Un buen ejemplo de cómo se encarecen los productos alimentarios durante la cadena de distribución y comercialización nos lo da el caso de la cebolla blanca que es uno de los productos de mayor encarecimiento anual de acuerdo con cifras del Inegi ya que se pagó por este alimento a los productores a razón de 13.3 pesos por kilogramos, pero llegó a manos de los consumidores finales a un precio de 52.8 pesos por kilogramo, es decir 299% más cara.

Pero no solo es la cebolla en donde se incrementa el precio del producto agrícola donde el productor generalmente tiene márgenes de ganancia muy bajos y son los intermediarios, acaparadores, empresas de logística las que tienen las mayores ganancias por la comercialización de los productos del campo; según un estudio del Grupo de Consultores de Mercados Agrícolas, el diferencial entre lo que se paga al productor y el precio a lo que adquiere el alimento por parte de los consumidores finales y ejemplo de estos nos lo dan productos como el plátano tabasco (+313%), la papa blanca (+226%) o el aguacate (+182%).

El Gobierno de la Cuarta Transformación debe de tener una presencia mucho más fuerte en la vigilancia de la cadena de distribución y comercialización de los alimentos y de esta manera frenar las distorsiones en ese importante sector y contribuir a bajar los precios de los productos de la canasta básica.

La cadena de suministro alimentaria en México está integrada por el campo, transporte, industria, sector abasto alimentario, minoristas y consumidores. Tiene un valor cercano al 1.5 billones de pesos anuales, lo que equivale al 22% del PIB nacional. 5 millones de familia dependen de ella y se genera el 34% de los empleos totales de todo el país.

México no es autosuficiente en varios productos de la canasta básica, como es el maíz amarillo que sirve como forraje para el ganado, tampoco se tiene la suficiente producción en trigo, sorgo, entre otros y también en la importación de estos productos hay problemas en la cadena de distribución y comercialización.

La administración del presidente Andrés Manuel López Obrador tiene que ser muy inteligente para remediar estos problemas estructurales en la cadena de producción, distribución y comercialización que actualmente existen y que inciden en el alza de los precios de los alimentos de la canasta básica.