El lector recordará aquel dramático día cuando se dio a conocer que Donald Trump se convertiría en el sucesor de Barack Obama.

La candidata perdedora, Hillary Clinton, a pesar de haber ganado el voto popular por más de tres millones, salió, al lado de su esposo Bill Clinton, a reconocer su derrota y a exhortar al pueblo estadounidense a unirse en torno al presidente electo.

Como toda una mujer de Estado, como una auténtica demócrata, y plenamente convencida de la urgencia de dejar las elecciones atrás y asumir los resultados, reconoció sin titubeos el triunfo de Donald Trump.

En contraste, el lector tendrá presente el escándalo protagonizado por Donald Trump en el marco de las elecciones presidenciales de 2020. Luego de haber perdido contra Joe Biden, salieron a la luz audios en donde se escucha al presidente en funciones coercionar a miembros del gobierno republicano de Georgia para “ayudarle” a encontrar los votos necesarios para arrebatar a los demócratas la victoria en ese estado.

Igualmente bochornoso fue aquel asalto al Capitolio el día de la ratificación del triunfo de Joe Biden. Fue una vergüenza para la democracia estadounidense y para la historia del país.

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Nada resultó como él deseaba. Los gobiernos republicanos que Trump buscó manipular se mantuvieron firmes en sus convicciones democráticas y de respeto a la ley, y el presidente tuvo que salir de la Casa Blanca en enero de 2021.

Miremos las elecciones del domingo. En su entrevista en Tercer Grado, Xóchitl lo dijo con todas sus letras y sin dejar un solo espacio a la especulación: reconocerá los resultados de la elección.

Claudia Sheinbaum, en contraste, les dijo a los entrevistadores en el mismo programa: “Hay que ver cómo se desarrolla, siempre hemos dicho que confiamos en el pueblo de México”.

Cualquier analista que escuchara estas líneas en la voz de un candidato presidencial haría sonar las alarmas. Sí, es el pueblo de México el que elige, mediante su voto, a sus dirigentes. Sin embargo, es el Tribunal Electoral la autoridad responsable de sancionar el resultado de los comicios.

Claudia dejó ver, a todas luces, en consonancia con la biografía política de AMLO, que no reconocerá el triunfo de Xóchitl Gálvez, y menos aún si el resultado fuese por un porcentaje menor al 5 por ciento.

Como he expresado, mientras Xóchitl cree en la democracia, en el respeto a la ley y en el valor de las instituciones, Claudia envía mensajes ambiguos que dan lugar a especulaciones en torno a un posible postelectoral. A la luz de los dos últimos comicios generales en Estados Unidos, en valores democráticos, Xóchitl es como Hillary y Claudia como Trump.