Solamente la mano de Dios llevará agua a Nuevo León. Todos los planes alternativos que ha lanzado el gobierno estatal no son inmediatos y no lo pueden ser pues necesitan mucho tiempo para hacer una construcción.
Hoy, penosamente, vi casualmente un noticiero nacional donde anunciaban que el agua que viene de Cerro Prieto está a punto de acabarse y es cuestión de días para que no se pueda obtener el vital liquido de esa presa.
He estado hablando con gente que vive en Nuevo León y me dicen que la Presa La Boca era más ornamental y que realmente no surtía tanta agua como pudiera parecer. Pues ahora ni ornamental ni real, agua no ha llegado y no se ve cuando pueda llegar. Es mitad de julio y no empieza la época de lluvias, y el reloj de las presas corre más rápido que lo que han podido bombardear las nubes que pasan por arriba de las presas y los mantos friáticos que alimentan con agua a la capital regiomontana.
¿Qué más se puede hacer, mas que esperar?
El gobierno federal está haciendo lo suyo y está mandando más que “una chingada despensa” como dijo en alguna ocasión el gobernador del estado de Nuevo León, Samuel García.
El próximo año arrancaran con la obra de nuevo acueducto El Cuchillo 2 y analizarán revivir el Proyecto Monterrey IV, quizá con otro nombre que tenga que ver con la palabra “Bienestar”.
El proyecto del Río Pánuco tomaría entre 6 o 7 años. El proyecto del Cuchillo 2 tomaría al menos 4 años. ¿Qué puede hacer el gobierno estatal? Pues buscar la manera de que uno u otro no tomen tanto tiempo. El problema del agua es vital de resolver en la capital del estado pues se podrían ir las inversiones que hay ahora y se podrían detener las nuevas por la falta de agua.
¿Quién quiere vivir en un lugar donde el riesgo de no tener agua esté siempre latente?
Pero, ¡¿por qué en toda la zona de lo que quieren llamar la República del Río Grande, solo Nuevo León no tiene agua? Tres palabras describen este problema, mala administración y corrupción. ¿Dónde no hubiera importado tanto la corrupción? En la obra Monterrey IV, pues hubiera habido agua, cosa que no se tiene ahora.
Habrá que empezar con bailes a Tláloc, sacar santos a las calles o cantar las canciones ancestrales de la sequía como en el pueblo de mi papá. “Daños agua, dios del cielo “, cantaban en la zona citrícola cuando no llovía, ahora hay que cantarlo con más fe y más alto para que caiga esa agua en las presas y que le quite la sed a las miles de familias que se quedaron sin agua por la culpa de unos ladrones sin nombre que no han atrapado y que seguramente no atraparán.
¿Habrá alguien que pague por esta mala administración del agua o solo le echarán la culpa al Bronco? Al parecer esto se quedará impune y se borrará cuando llueva, si es que llueve pronto.