Estaba esperando que me dieran mi desayuno cuando entró la llamada de mi hermano:

Se murió Chabelo”, me dijo y no le presté atención, pues ya habían “matado” a don Xavier López miles de veces en redes sociales con anterioridad.

Pero esta vez era verdad.

Seguí platicando en el teléfono y me senté, tratando de no hablar muy fuerte pero inevitablemente alguien en la pequeña juguería escuchó la conversación y me preguntó si lo que había dicho era real.

Por instantes todos nos quedamos callados viendo la pantalla del local que confirmaba la noticia. Esa era la magia de Chabelo: reunir a las personas frente al televisor.

En paralelo en el chat de la familia todos comentaban aquel momento, hace ya muchos años, cuando al prender la tele y sintonizar el programa vimos a doña Margot, esa mujer hermosa de gran carácter y enorme sonrisa que era mi abuela.

La sorpresa entre sus hijos y sus nietos no era menor. ¿Qué hacía la abuela participando en el programa “En Familia con Chabelo” cuando se suponía, debía estar durmiendo en su casa de Veracruz?

Con la alegría, inteligencia y dinamismo que tenía cuando se lo proponía, no solo participó: ganó una pequeña televisión en blanco y negro que atesoró hasta el último día de su vida, pese a que hacía años había dejado de funcionar.

En Familia con Chabelo” fue un programa novedoso en su tiempo, un boom de mercadotecnia que duró al aire 47 años, por lo que varias generaciones lo vieron pasar. Su transmisión a las siete de la mañana los domingos era funcional y atractiva para los peques de ese momento, que no tenían más distracción que la televisión.

Y sí, desde el comienzo fue un “trancazo”.

El principal atractivo, por supuesto, era don Xavier López, Chabelo, el amigo de todos los niños, el niño grande, el señorón.

Pero había otros atractivos: los juegos, los concursos, la música que hacían que las personas esperaran por horas afuera de la televisora para tener la fortuna de poder entrar.

Chabelo era un hombre incansable que podía llevar con alegría un programa en vivo que duraba tres horas, faena nada sencilla que supo realizar a la perfección durante el casi medio siglo que duró al aire.

Quienes estuvieron cerca de él lo recordarán siempre por ser un hombre trabajador, serio, incluso tímido, pero también un hombre exigente con su trabajo, un empresario con sentido social y sobre todo, un hombre que amó la vida, a su familia y se entregó a su público.

A varias horas de enterarnos de su deceso, el país entero lamenta su partida y se solidariza con el dolor de sus deudos.

Su hijo Xavier López Miranda fue puntual en sus palabras: Xavier López ya no está con nosotros pero Chabelo es eterno.

Descanse en paz.