El proceso interno, en torno a la definición del candidato de Morena en Coahuila, dinamitó fricciones internas desde que comenzó a fluir la lista de aspirantes a la gubernatura. Esa alerta de división fue tangible, aspecto que se confirmó posteriormente después de la designación de su abanderado, Armando Guadiana. Creemos que, en ese sentido, no figuró mucho el consenso para tomar decisiones. Es decir, la encuesta arrojó una ponderación, pero al mismo tiempo provocó grietas importantes que, al final de cuentas, pueden ser la clave el día de la votación.

La última encuesta que publicó Alejandro Moreno, en un medio de circulación nacional, confirma lo cerrado de la elección en Coahuila. Esto significa que la elección no está aún definida como muchos analistas han anticipado. De hecho, tanto el candidato de la Alianza va Por México, como el abanderado de Morena, comparten una intención del voto similar. Ambos entrarán en una etapa clave en la antesala del cierre de campaña y, un factor determinante, será el voto de los indecisos, así como el de la suma de aliados que integran la Coalición Juntos Haremos Historia a nivel nacional.

En esa recta final sería significativo que la dirigencia del PT esté analizando declinar a favor del candidato de Morena, Armando Guadiana. Lo que se juega es la gubernatura de un estado; hay mucho de por medio y, lejos de tomar una decisión a la ligera, el PT no pensó que eso, a la postre, puede restar en el porcentaje final de la votación.

Hablo, por supuesto, de la decisión que tomó la dirigencia local del Partido del Trabajo en aquella entidad cuando postuló a Mejía como su candidato después de qué decidió romper con Morena.

Mejía no tiene posibilidad real de ganar la gubernatura en Coahuila, razón suficiente para ir pensando en reafirmar ese compromiso con la lucha democrática de Andrés Manuel López Obrador. Es decir, son momentos de definiciones políticas que pueden repercutir en el proceso del 2024 y, para alcanzar el cambio que han propuesto tanto Mejía, como Guadiana, es necesario unificar estructuras para no dividir el voto. La única solución es que, antes de que finalice la campaña, el abanderado del PT deje a un lado la frustración a fin de avanzar a la alternancia.

Todo esfuerzo de suma que sea necesario para ganar debe ser considerado por las dirigencias nacionales de Morena y PT. Ambos partidos tienen una relación añeja en la que no solo comparten una agenda común en todos los sentidos, sino que históricamente han sido aliados incondicionales en los procesos electorales. Y Coahuila no debe ser la excepción pese a que exista un abanderado. Dicho en otras palabras, la única alternativa para legitimar la alternancia en aquella entidad, es que Mejía, candidato del Partido del Trabajo, decline a favor de Armando Guadiana.

De ahí que el voto se esté dividiendo mucho en aquella entidad. De hecho, lo único que está provocando el Partido del Trabajo, paradójicamente, es darle un empujón al candidato de la alianza Va por México para que gane la elección, valiéndose de un encono que tuvo Mejía con la dirigencia de Morena por no salir electo como candidato del partido guinda. Sabemos que, en ese sentido, faltó privilegiar el diálogo y el consenso para sacar un abanderado de unidad, de modo que la encuesta no fuera un factor de polarización.

Lo correcto hubiese sido dialogar y encontrar acuerdos previos entre Guadiana y Mejía, con la interlocución de la dirigencia nacional. Quizá existió, sin embargo, el ahora candidato a la gubernatura por el partido del PT no quiso ceder pensando que, en junio, podría ganar la elección.

Es verdad, su salida fue mediática y hasta cierto punto llamó mucho la atención de los simpatizantes de la Cuarta Transformación; sin embargo, las encuestas que han circulado -en estas últimas semanas- manifiestan que, en este momento, el Partido del Trabajo está muy lejos de competir por la gubernatura de Coahuila. Si el anhelo de Guadiana y Mejía, al igual que un porcentaje importante es qué exista alternancia, debe superarse cualquier prejuicio y privilegiar un acuerdo entre las dirigencias nacionales del PT y Morena.

Veremos si se puede concretar una declinación desde el más alto nivel entre los partidos aliados. Si es así, no hay ninguna duda que Mejía no solo limará asperezas con el presidente Obrador, sino que se concretará esa alternancia de la que él mismo ha hecho énfasis en estos meses de campaña. Por ello, su declinación, para efectos estratégicos, será fundamental para que el lopezobradorismo siga echando raíces.