Hace un par de días la Asamblea Legislativa del Estado de México aprobó una reforma a su código civil para permitir el matrimonio igualitario, a saber, la unión legal de dos personas del mismo sexo. Con estos cambios, este estado se convirtió en el número 29 en dar este importante paso hacia adelante en materia de igualdad civil entre todos los mexicanos. Irónicamente, y quizá como coincidencia del destino, mientras esto ocurría, el gobernador Alfredo del Mazo se reunía con el papa Francisco en Roma.

El dictamen fue aprobado con 50 votos a favor; 7 abstenciones y 16 en contra por parte del PRI y el PAN. Con ello, la derecha mexicana (si efectivamente podemos llamar así al PAN y al PRI) demostraron un rostro de intolerancia que no tiene espacio en una sociedad moderna, o al menos, que pretende serlo.

El PRI y el PAN parecen no comprender lo que pasa a su alrededor. Mientras ambos partidos se desgajan lentamente como resultado de la irrupción de Morena, y mientras ven cómo pierden votos, y cómo seguirán perdiéndolos rumbo a las próximas elecciones, sus diputados mexiquenses, en un acto de torpeza política, votan en contra del matrimonio igualitario.

En este contexto… ¿sabrán el PAN y el PRI que la corriente modernista del mundo actual empuja inexorablemente hacia una apertura en términos de género e identidad sexual?

El PRI y el PAN cometieron -nuevamente- un error político mayúsculo con sus votos en contra del matrimonio igualitario en el Estado de México. Con ello, han dado la razón inadvertidamente al sinnúmero de simpatizantes de izquierda que les acusan de continuar abrazando ideologías religiosas y morales desfasadas que no encajan más con la realidad político.

Quizá los panistas y priistas de Toluca abrazan íntimamente la postura natural de que el matrimonio debe ser una unión entre un hombre y una mujer. Cada uno es libre de pensar y sentir como mejor nos parezca.

Sin embargo, llevar sus posicionamientos al ámbito legislativo y frente a la opinión pública ha sido un traspié que no únicamente fortalecerá a Morena rumbo a las elecciones en la entidad en 2023, sino que dará elementos a los progresistas y a los “progresistas” para pintar a los partidos de oposición como reaccionarios, conservadores y de extrema derecha.

Con ello, el movimiento progresista tiene mucho que celebrar. Y seguramente se sumará Delfina Gómez, pero no por abrazar el movimiento, sino porque el PRI y PAN le dieron un regalo en el debate legislativo.