Al fin un acto importante de autocrítica de parte del inquilino de Palacio Nacional. Porque en otras ocasiones, como muy a la fuerza, el presidente AMLO tocaba el tema. O sin más lo evadía, hasta lo negaba. Hablaba del asunto muy por encimita, o decía que sí, que había habido desabasto de medicamentos, pero en el pasado, en otras administraciones y por culpa de otros gobiernos, pero que se arreglaría.

A tres años de distancia, y sorpresivamente, el presidente López Obrador dijo el día de ayer durante un evento en Colima:

“En el caso de Salud tenemos que cumplir… que no hagan falta los médicos y los especialistas… Las medicinas, no vamos a estar tranquilos hasta que no haya abasto suficiente de medicamentos, todos los medicamentos, hasta los más difíciles de conseguir. Por eso se abrió la posibilidad de comprar los medicamentos en todo el mundo, ya no hay excusas”.

Lo hizo sin la presencia de Hugo López-Gatell, ya bastante marginado subsecretario quien ha actuado como el verdadero responsable del sector. Eso sí, responsabilizó al doctor Jorge Alcocer, secretario de Salud, y a Juan Ferrer, director del INSABI :

“Ya tenemos que terminar de resolver el problema del abasto, esto es para Juan Ferrer, esto es para el doctor Alcocer. Ya no quiero escuchar de que faltan medicamentos y no quiero excusas de ningún tipo”.

La verdad es que aun cuando el secretario de Salud y el director del INSABI tienen por supuesto culpa por el cargo que ejercen, la absoluta responsabilidad es del presidente.

Ciro y el desabasto

Y en este tema, también aquí juegan un papel importante los periodistas. El que se haya logrado que el presidente AMLO haya aceptado por fin la realidad se debe a la presión ejercida por muchos de ellos, que constantemente señalaron con pruebas y fundamentos que había desabasto de medicamentos.

Uno de los periodistas que más difundió el desabasto de medicinas fue Ciro Gómez Leyva, quien hizo una férrea investigación periodística para documentar tal problema, entrevistando a padres de familia de niños con cáncer y directamente a encargados de hospitales.

Ciro es, a mi modo de ver, un extraordinario periodista y conductor de noticias. Tiene credibilidad. Se la ha ganado a pulso. Mucha gente aplaudió sus reportajes sobre el desabasto de medicinas, pero sobraron personas que no le creyeron. ¿Por qué? Hubo bots y tuiteros pagados contra Ciro, sí, pero también personas de buena fe que se negaban a aceptar los informes del titular de los noticieros principales de Radio Fórmula e Imagen TV. ¿Por qué algunos no le creyeron a Gómez Leyva?

Olabuenaga voló demasiado alto

Lo que pasa es que hasta los mejores periodistas a veces, y no pocas, vuelan sus notas, como se dice, y esto les resta credibilidad.

Por ejemplo, en el tema del nuevo aeropuerto, el Felipe Ángeles, a Gómez Leyva le perjudicó en su credibilidad haber dado por buena —en algún tuit o comentario de radio— una falsedad de Ana María Olabuenaga, de Milenio. Ella, muy mal informada, aseguró que el aeropuerto de Santa Lucía contaba solo con 14 posiciones —para los que no saben, porque yo tampoco sabía, pero averigüé, las posiciones son los puntos de abordaje, digamos las puertas para subir al avión.

Este dato, generado por Ana María Olabuenaga, quien es una experta en temas de comunicación —tiene maestrías en ello y una de las agencias de publicidad más efectivas qué hay en México, así como columnista de Milenio—, ese reducido número de posiciones del nuevo aeropuerto era completamente falso, pero a pesar de ello, fue dado por bueno por periodistas serios, como Ciro.

En efecto, Ciro Gómez Leyva se adjudicó ese dato y lo hizo real, lo dio por sentado y por hecho y afirmó de igual manera que sí, que efectivamente, que nada más hay 14 posiciones en el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles. Pero no son 14 las posiciones, sino 45. Esto lo leí en SDPNoticias, que dio voz a un experto, Elic Jacob Herrera Hernández, ingeniero en aeronáutica; él analizó las obras del Felipe Ángeles, ubicado en Santa Lucía, Zumpango, Estado de México.

El ingeniero Elic Jacob sabe bastante más que la publicista Olabuenaga: él es un especialista con 37 años de experiencia en los sectores público y privado relacionados con las industrias aérea y marítima, es maestro en alta dirección e inteligencia estratégica, ingeniero en aeronáutica y piloto aviador, especialista en seguridad operacional, investigador de accidentes aéreos, así como experto en seguridad aeroportuaria. Sobre las famosas posiciones dijo que son 45, no 14:

  • Sí, en14 pasillos telescópicos que conectan con la terminal aérea, pero que significan...
  • Sí, significan para empezar 28 posiciones porque, debe subrayarse, en cada pasillo se pueden atender 2 aeronaves al mismo tiempo con el sistema MARS (multiple aircraft ramp system).
  • 5 posiciones que no tienen puente para aerolíneas de bajo costo.
  • 12 posiciones remotas.

Además, el aeropuerto cuenta con:

  • 10 posiciones para aeronaves de carga.
  • 8 posiciones en las instalaciones del taller reparador.
  • 23 posiciones para aviación general.
  • 26 posiciones para helicópteros.
  • 15 posiciones de plataforma abierta.

Así que ahí sí le falló a Ciro, por no verificar la falsedad de Ana María quien habló sin antes conocer. Y entonces, por estos errores menores —menores, pero llamativos— toda la credibilidad de Gómez Leyva construida a pulso con los años, se pone en riesgo por caer en una de las fake news más fácilmente refutable de que tengo memoria. Menos mal que Ciro no se creyó la ridiculez de que la torre de control está como la de Pisa, inclinada. Quién sabe de dónde salió esta versión.

Periodistas: decir no a las fake. AMLO: abrir sus puertas a la información

Por eso se requiere de un verdadero compromiso de los periodistas para documentar la verdad. Así como lo hace casi siempre Ciro Gómez Leyva, quien tuvo un tropezón con el tema de las posiciones, por dejarse llevar por lo que alguien más dijo.

Yo a estas alturas creo que es necesario y urgente que todos, —estoy diciendo que absolutamente TODOS los periodistas: Ciro Gómez Leyva, Carlos Loret de Mola, Victor Trujillo, Azucena Uresti, Pascual Beltrán, Joaquín López-Dóriga y un largo etcétera— todos estos periodistas que no son los consentidos del presidente y que tampoco simpatizan con él, así como columnistas de todos los diarios, aunque les cueste más trabajo, verifiquen lo que sus colegas difunden o lo que les platican. Para no irse con la finta y perder lo más valioso, credibilidad.

Y el gobierno, claro, debe ser más abierto a dar información. Si alguien tan importante como Ciro quiere ir a Santa Lucía será bien recibido y quizá ya ha estado ahí, pero yo supe que, por ejemplo, a un periodista comediante al que no se le toma en serio en la 4T, como Chumel Torres, se le había negado la oportunidad de conocer el nuevo aeropuerto.

El gobierno debe abrir las puertas de Santa Lucía y de todos sus proyectos a cualquier periodista, le parezca serio o no, que quiera investigar sus detalles. Así nadie creería falsedades como las 14 posiciones o que la torre de control está inclinada. Claro, abrir la puerta a periodistas serios significaría el riesgo para el gobierno de que los informadores encontraran defectos reales de sus obras… pero la verdad es preferible a la propaganda, ya que sirve para corregir lo defectuoso y no andar después con que se cayó una línea del metro por errores de construcción que nadie vio.

Entonces, si alguna vez me llega a leer el presidente yo lo invitaría a abrirle la puerta a todo aquel que quiera conocer sus proyectos principales. Y a los periodistas más destacados, invitarlos AMLO a hablar con él en corto. Porque con lo informado en las mañaneras no es suficiente.