Mujer candidata no es sinónimo de partidos feministas. Mujeres en partidos no son sinónimo de mujeres tomando decisiones. El proceso del Frente Amplio que casi llega a la conclusión ha quedado manchado con la sombra del dedazo cúpula y los susurros de “traición” por los pasillos del priismo nacional.

Habemus candidata es Xóchitl Gálvez, que tras la encuesta más reciente, se posiciona como favorita y prácticamente la virtual candidata de la oposición. Días antes del resultado que ya anticipaba López Obrador, el presidente del PRI Nacional, Alejandro Moreno, advertía en medios que las cifras no favorecían a Beatriz Paredes e inclusive, abiertamente le pidió declinar.

No es novedad que quien ansiaba esos zapatos era el mismo diputado que ahora podría ser presidente de la cámara baja. Probablemente por ello no guardó gran interés en que las aspiraciones de la ex gobernadora de Tlaxcala se materializaran con la transparencia y claridad que las reglas del juego habían prometido: una consulta a militantes, presencial y con boleta en mano, que tan sólo por la estructura del priismo parecía favorecerle.

Se dice que el patriarcado es aquel vicio del sistema que prioriza las decisiones de los hombres para determinar el orden social, legal, político y estructural de una sociedad, en donde son “patriarcas” los que se imponen sobre cualquier otro ente al que consideran más débil o incapaz de ser decisivo. Dígase una o varias mujeres, personas más jóvenes o personas diversas. El que existe en el PRI es un patriarcado que además de modelar un partido, ha modelado un sistema político en el que un pequeño grupo toma decisiones de manera oligárquica. Esa decisión, pretenden sugerir que fue libre de machismo tan sólo porque se decidió entre dos mujeres, como si se pudiera pasar por alto que hubo presiones por hacer declinar a Beatriz Paredes, un sinfín de actos para obstaculizar una competencia completa y libre hasta que finalmente, llegamos al mismo punto: el dedazo de siempre.

Beatriz Paredes es una mujer que fue de las primeras en ganar una gubernatura, su identidad con pueblos originarios ha sido documentada por toda una vida y sus determinaciones políticas han sido condensadas en la sensatez. Aunque su salud no es aquella que en otros momentos le habría permitido recorrer comunidad por comunidad, su forma de hacer política no es la del show de las redes sino la del trabajo en las calles y probablemente, eso siempre le caracterizó. Patriarcado es que con el tamaño de trayectoria que guarda, pudiese un manazo en el escritorio borrar las posibilidades de un cierre digno en su aspiración presidencial. A propósito del manotazo, valdría la pena poner en el centro del debate a las encuestadoras y su papel como parte del marketing que se aleja de la voluntad y la metodología mientras que aquellas herramientas se convierten en una propaganda más, donde el que paga, manda.

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El punto suspensivo que le brinda a Xóchitl Gálvez el éxito en dos encuestas ha deformado la supuesta convocatoria del Frente Amplio, creando las condiciones planeadas para que “Alito” anunciara el apoyo de la estructura del PRI a la senadora panista y no a la militante de toda la vida.

Patriarcado nivel:

No se sentó, la señalaron

No declinó, la declinaron

No usó su voz, la borraron