Me parece que el presidente de México ha tenido una profunda idea desde sus inicios de campaña: dividir. En realidad su intención nunca fue hermanarnos a todos los mexicanos, sino repetir día a día frases que polarizaban aún más. Un presidente que dijo y dice que gobierna para todos, pero que sólo gobierna para los que lo quieren y para quienes le creen. Pero no gobierna para quienes no lo apoyamos y para quienes no votamos por él.
Pero, un momento, es que tampoco gobierna para los que votaron por él: El sistema de salud es igual de precario para todos, la escasez de vacunas contra Covid para niños es para todos, el aumento de la gasolina es para todos, la inflación nos pega a todos. El presidente lo sabe, pero lo único que le queda entonces es crear entornos hostiles entre unos y otros.
Entre pobres y ricos, entre los que tienen contra los que no tienen, entre blancos y morenos de piel, entre los que viven en la alcaldía Del Valle, contra los que viven en la alcaldía de Iztapalapa. Utiliza el y todo su equipo y gente cercana términos como “los de las élites” por ejemplo, la sola palabra “élite” crispa, y agrede, porque coloca a las personas de alto nivel en estas esferas, lejanas de todo aquel que no tenga tanto dinero como ellos y ¿qué es lo que genera? Resentimiento, sensación de carencia y de desigualdad.
Y como ese tipo de palabras se avienta diariamente muchas más, de manera que va sembrando en el inconsciente colectivo sentimientos de enojo, de frustración, de ira.
No sé si ustedes lo hayan notado, pero a la gente se le ve más agresiva, lo puedes notar en las calles, en los supermercados, en el ambiente en general.
Al principio pensé que era una especie de secuela post-Covid, pero este odio y está guerra de todos contra todos ya de está dando en todos los círculos, no sólo en el de afuera, sino en el de adentro, ese de las redes sociales; que hasta hace poco se mantenían bandos digamos o tuiteros que apoyaban al presidente o estaban contra el, pero que expresaban su amor o su descontento sin atacar a otros, pero ahora el tema se ha vuelto personal. El presidente ha quedado como en medio de la nada porque el ya no es el actor principal, el actor principal es el odio, y a permeado dentro y fuera de redes sociales.
¿Y esto tiene contento al presidente? Desde luego que lo tiene contento, en tanto estemos desunidos, agrediéndonos unos a otros, violentándonos todos contra todos, hombres y mujeres por igual, él sigue cometiendo libremente sus fechorías, me lo imagino carcajeándose de esto que está pasando. Pero no debería de darle tanta risa como creo, porque al final, no sabemos hasta donde pueda llegar la escalada de violencia. Hasta donde “naturalizar” que unos y otros se agredan, hasta donde “victimizarse” y decir que fueron agredidos, para fines políticos. Hasta donde el odio ya no le permita la entrada al amor (sí, aunque se lea cursi) y México se vuelva un campo minado, donde no estemos a salvo tan solo porque no sabes si el de junto te va a querer agredir.



El presidente humanista, y ese que habla del amor y de los abrazos es el presidente el que más ha sembrado odio y división entre los mexicanos. No me lo pueden negar. Antes lo común era ver que entre partidos políticos se decían de cosas y se atacaban.
Hoy ya es común ver que entre mexicanos nos violentamos y atacamos, tan solo por un señor al que no le importamos en realidad. O por una Jefa De Gobierno que lo que menos le importa son los capitalinos sino seguir en el poder.
Necesitamos estar unidos, pero no para estar en contra del Presidente como él cree sino por el hecho de estar a favor del país , y solamente por el hecho de que estando unidos este país caminaría mejor, habrían más empleos, habrían más niños con medicamentos, porque simplemente le daríamos la mano al de junto y a su vez, al de junto.
Ojalá tomemos conciencia. Ojalá ayudemos a difundir que la paz es la vía, pero el presidente no es el camino para llegar a ella.
Ojalá...