“De dos peligros debe cuidarse el hombre nuevo: De la derecha cuando es diestra, de la izquierda cuando es siniestra”.
MARIO BENEDETTI
The unlikely president, traducido al español: “El improbable presidente”. Así llama la prensa británica, especialmente el Financial Times, al gobernante de Perú, Pedro Castillo.
Quizá la expresión fue tomada del libro de Robert G. Morris, Unlikely President: Henry A. Wallace, pero la verdad no estoy segura.
El hecho es que los peruanos se equivocaron con su presidente. Votaron por él, pero sus resultados son desastrosos.
Lleva seis meses en el cargo y ya ha tenido cuatro primeros ministros, tres ministros de relaciones exteriores, dos ministros de finanzas… Ha hecho 20 cambios ministeriales, uno a la semana. Por esas y otras razones, en el FT se preguntan: “¿Cuánto tiempo puede permanecer en el poder el presidente de izquierda de Perú, Pedro Castillo?”.
Y es cierto, la presidencia de una nación no es un cargo que pueda ocupar cualquiera. Castillo no debió haber sido gobernante. Su biografía lo descalificaba: maestro de escuela primaria rural sin experiencia previa en el gobierno.
¿Cómo se defiende Castillo en sus numerosas crisis? Diciendo que todo es un complot de la derecha para derrocarlo y que las élites conservadoras de Lima le impiden gobernar.
Pero quizá lo más grave es otra cosa: no hay condiciones políticas en el Congreso para destituirlo. No es posible lograr la mayoría que se necesita para eso.
Como dijo un analista, el panorama peruano es desolador: “Tenemos un presidente inepto, un gabinete que no funciona, un gobierno que no hace nada y un congreso que no puede destituirlo”.
Si Pedro Castillo no renuncia, nada mejorará en Perú, ni siquiera por la llegada al ministerio de finanzas de Oscar Graham, economista preparado y con experiencia. Nuestro secretario de Hacienda ya estuvo en Perú buscando ayudar al agobiado presidente de aquel país. De nada sirvió.
Siempre se puede estar peor.
Todo esto para decir que debemos tener mucho cuidado en lo que será nuestra próxima elección presidencial. Porque si ya nos fue mal con la 4T, siempre se puede seguir cuesta abajo.
La ciudadanía mexicana tendrá que estar más que atenta a los programas de gobierno en el 2024, sobre todo los de Morena, cuya ala radica está en pie de guerra. Preocupa, y mucho, el papel protagónico en la Convención Nacional Morenista del pasado sábado de alguien preparado académicamente pero sin la sensatez que se necesita para gobernar: John Ackerman.
Una pena tener que decir que lo bueno de la 4T es lo peor que se podría poner si todos nos dejamos avasallar por su izquierdismo absurdo.
Verónica Malo en Twitter: @maloguzmanvero