No tiene que ver precisamente con el evento astronómico que no se repetirá hasta dentro de tres décadas y que los más grandes, con algo de suerte, podremos volver a presenciar en el tramo final de nuestras vidas.

El eclipse de Xóchitl llega en un punto bajo de su campaña presidencial, con una semana negra que comenzó el miércoles con la difusión del video donde su hijo apareció bajo el influjo de bebidas alcohólicas insultando personas abajo de un antro, seguido de la difusión de las aparentes dos CURPS de su hija (ambos miembros, hasta hace poco, de su campaña política), concluyendo con su muy mala participación en el primer debate presidencial entre los tres aspirantes a la presidencia.

Fuera de su zona de confort, sin teleprompter, ni capacidad de hacer sus chistes, la candidata de la derecha se notó incómoda, en ocasiones incluso irritada, enojada. No voy a comenzar a simpatizar con una candidata con acusaciones de corrupción y tráfico de influencias, pero si es notorio el abandono que tiene la candidata que hace apenas unos meses pretendían que causaba “temor” en el presidente y en su presunto “delfín”, Claudia Sheinbaum.

A Xóchitl la dejaron morir sola los partidos y sus dirigentes que aseguraron su “hueso plurinominal”, los mercenarios y los medios propagandistícos de la derecha que ayer se unieron al frenesí en su contra. Y ahora la meta de los partidos de la derecha no es robarse alguna de las dos cámaras, sino salvar el registro.

Esto es el eclipse de Xóchitl y de la derecha en México.