A estas alturas, que vivimos las últimas semanas del año 2025, se respira una especie de tranquilidad en los procesos electorales que, de plano, comenzaron desde hace mucho tiempo eso sí, de manera no oficial. Vimos con nuestros propios ojos que, en todos los estados donde habrá relevo para el ejecutivo, hay una efervescencia en ese afán de allanar el camino. Eso, en definitiva, lo hacen los protagonistas que se asoman y que, de manera pública, han ventilado su intención de buscar la coordinación de la defensa del voto. Algunos, por ejemplo, han recurrido a organizar asambleas de información para manifestar los logros del proceso de transformación. Eso ha conducido a que la gente, a grandes rasgos, conozca la profundidad de las políticas públicas. La mayoría de ellas, queda claro, son parte fundamental del paquete de reformas constitucionales que, atentos, hemos visto cómo se aprueban en el poder legislativo.

Sin recurrir a comprar voluntades, como en su momento lo hizo el PAN, Morena, en conjunto con los aliados, han sacado los temas porque hay un compromiso y una responsabilidad mayúscula con la ciudadanía. El mandato popular, producto de la enorme cantidad de votos que se contabilizaron, dieron amplia capacidad para tomar decisiones que, a la postre, fueron sustanciales para mejorar la calidad de vida. Todos los asuntos, de hecho, han pasado por la manos de quienes componen las comisiones correspondientes en esa ruta que debe tomar un proyecto. Ya en el pleno, entonces sí, reina la unidad de las fuerzas que integran la coalición Seguimos Haciendo Historia. Todos ellos, hombres y mujeres de convicciones firmes, han sacado la casta en los momentos de mayor tensión, como el propio tópico de la reforma al Poder Judicial.

En virtud de que existe unidad, hay un funcionamiento eficaz en el legislativo. Desde luego, suelen existir ocasiones que, en ese derecho a disentir, choquen algunas posturas o posicionamientos. Es natural. En cualquier democracia fluye un intercambio de opiniones. El punto es que, al final de todo, el poder colectivo de los partidos de Morena, PT y PVEM, atienden su compromiso que adquirieron en tiempos de campaña. Recuerdo que, al principio, la misma presidenta abrió muchos temas para que la sociedad opinara en relación al paquete de propuestas que enviaría. La posición de la gente, en su inmensa mayoría, avaló los tópicos que Sheinbaum puso sobre la mesa, entre ellos la multiplicación de los programas sociales, y muchos otros que son de interés del pueblo.

Por esa simple razón, mucho más ahora que estamos en la antesala de un 2026, que traerá un proceso de definiciones, debe existir la flexibilidad para los espacios de participación popular. El PVEM y el PT, en un determinado momento, estarán en todo su derecho de pedir abanderar puestos a la gubernatura. Eso no debería de sorprendernos, mucho menos en una democracia participativa donde el equilibrio debe ponerse como prioridad. Ese número de solicitudes puede aumentar, especialmente ahora que el PT incrementó su capacidad de votos luego de los ejercicios que atestiguamos en Durango y Veracruz. Siendo así, se comprobó que esa capacidad de convocatoria, que se puso a prueba, resultó fructífera para el Partido del Trabajo.

Para lo que representan las estructuras del PT y PVEM, siendo objetivos, estarán en todo su derecho de pedir abanderar de tres a cuatro gubernaturas de las 17 que estarán en disputa. Eso, además de que es un acto de justicia, será un componente que encauce la unidad. Si hoy somos observadores de lo que acontece, la izquierda es inmensamente favorita en su totalidad, incluyendo Querétaro y Chihuahua. Por eso la cohesión se vuelve fundamental, casi casi inherente para doblegar al PRIAN. Siendo así, el lema de la izquierda, por mucho, debe seguir siendo mirar a futuro; es decir, multiplicar los gobiernos de la cuarta transformación que son, ni más ni menos, auténticos agentes de cambio. Podemos hacer muchos recuentos y enumerar los logros juntos. Eso nos llevaría mucho tiempo, sobre todo porque el PT, desde los tiempos de López Obrador, ha sido un fiel acompañante de las causas.

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Es muy razonable y lógico que, en sí, el PT solicite formalmente abanderar espacios a la gubernatura. Se habla de dos. Uno de ellos, en definitiva, sería la entidad de Michoacán. Cualquiera que haya revisado un poco la historia, sabrá que ese punto, por su lucha social, constituye uno de los enclaves más álgidos. Si nos remontamos a la elección pasada, Morena tomó la batuta. Ellos, de común acuerdo con las dirigencias nacionales, pueden, en algún momento del 2026, ceder la estafeta al Partido del Trabajo. Nos queda esperar. Desde luego que habrá una lucha sin cuartel; sin embargo, Morena debe tener muy claro que tanto la negociación como el consenso, son elementos que, en un momento dado, le servirán para conservar la mayoría calificada en el legislativo.

Sabemos que se ha ido especulando acerca de la continuidad de la coalición Seguimos Haciendo Historia. Eso, como en todo parlamento, es una oleada de dimes y diretes que brotan de la libertad de manifestarse en una democracia. Se agita mucho qué es lo que puede llegar a acontecer. Lo cierto es que, por mucho, lo más conveniente es mantener unida a la coalición para consolidar nuevamente una aplanadora que doblegue a la oposición, mucho más ahora que están conspirando en contra de la presidenta con mentiras falsas que se propagan desde los medios de comunicación de Ricardo Salinas Pliego.

Sigo insistiendo que la mayor prueba de unidad, de hecho, la manifestó la presidenta constitucional en el momento en que convocó a todos en Palacio Nacional. Fueron los coordinadores de Morena en ambas cámaras legislativas, lo mismo que del PVEM y PT. Eso muestra que no hay grietas. Hay unidad y camaradería. Por eso y por muchas razones, Morena deberá flexibilizar las decisiones que se tomen. El PT estará en todo su derecho de pedir abanderar espacios para la gubernatura. Uno de los que más empujará, por obvios motivos, será la entidad de Michoacán, donde el consenso y la negociación, al más alto nivel, serán la piedra angular.