En torno al melodrama protagonizado por Marcelo Ebrard orbitan un sinfín de hipótesis. Y aunque de manera paulatina ha venido diluyéndose su protagonismo; no obstante, la opinión pública sigue atenta a lo que el ex canciller decidirá próximamente. Por consiguiente, aún le quedan un par de semanas más de reflectores. Eso es un hecho.

No existe término legal para que la Comisión Nacional de Morena resuelva respecto a la impugnación interpuesta por el equipo de Ebrard Casaubón contra el proceso interno de selección de candidato presidencial oficialista. Empero no creo que tarden mucho en echarlo todo para atrás.

Y es que la narrativa que ha venido acompañando a Marcelo ha sido sumamente previsible. Todos ya sabíamos que la candidatura siempre fue para Claudia. Lo que sorprendió fue la reacción del ebrardismo. Parecían los únicos asombrados con el colofón que devino en la unción de Sheinbaum.

Absortos en su ego o encapsulados en su propia cámara de resonancia mediática, Ebrard y su equipo eran los únicos que no sabían que jamás saldrían victoriosos de la interna morenista.

Ahora nuevamente somos la totalidad de mexicanos -menos ellos- los que sabemos cómo se resolverá su recurso de impugnación.

Tampoco será novedad que Marcelo rompa con Morena.

Un punto a considerar es lo cuidadoso que ha sido Ebrard en el manejo de esta crisis. Es evidente que apelan a que sea el partido y sus dirigentes quienes lo expulsen. Por eso las declaraciones suavizadas contra Andrés Manuel. Por eso manifiesta que la ruptura sería con el movimiento, mas no con el presidente de la república.

Es política. Quien se ha encargará del inminente ostracismo de Ebrard será AMLO.

El tabasqueño nunca tuvo en sus planes que fuera Marcelo. Pero se le tenía contemplado un interesante premio de consolación.

Contra el berrinche habrán consecuencias. Una de ellas será el aislamiento político.

Esto no quiere decir que el ebrardismo no pueda tejer puentes con otras fuerzas políticas. Sin embargo, López Obrador lo condenará y esa pena repercutirá en la popularidad del carnal.

Me sigue pareciendo increíble que entre los simpatizantes de Ebrard y sus asesores no haya quien haga entender al grupo que la ruta a la presidencia nunca fue vía el oficialismo. Nunca entendieron que no entendían. Y siguen sin entender.

Falta ver si las próximas decisiones se toman desde un enfoque maquiavélico y pragmático, o de manera visceral y autodestructiva.

Cualquier decisión que no sea unir a la oposición para enfrentar a los oficialistas naufragará en el fracaso.

Dicho esto, el camino para Ebrard puede ser única y exclusivamente el siguiente: primero romper con el oficialismo y el presidente; luego ser el arquitecto de una alianza entre Movimiento Ciudadano y el Frente Amplio por México; sumar su capital político -antes de que termine por dilapidarlo- a la candidatura presidencial que resulte de la coalición de todas las oposiciones -que ya tiene a quien la encabece-; y, por último, intentar competir esa candidatura con Xóchitl Gálvez. Pero de no lograr bajarla, apoyarla y marchar a su lado, resignándose a buscar la anhelada presidencia en 2030.

Ese sería el camino de Ebrard.

X: @HECavazosA