Les platico: sabedores en todo México los avatares que sufrimos hoy los regios -todo Nuevo León, pero más los regios- ante la falta de agua, la irreverencia de mi BigData muestreó la actividad propagandística de funcionarios de todos los niveles alrededor del tema y encontró a la indiscutible ganadora de dicho certamen.

Se trata de la alcaldesa de Guadalupe, uno de los municipios considerados como “dormitorios” de la otrora urbe industrial de México.

Se llama Cristina Díaz, es priyista y se la está bañando en su afán de promoverse sabrá el Dios de Spinoza para qué cargo.

Las páginas de sus redes sociales son pletóricas de fotos, arengas, despliegues publicitarios con afanes goebbelianos, cargando tinas, abrazando a vecinas, descargando pipas, en escenas que demandan la ficción para poder ser explicadas.

Las páginas de sus redes sociales son como cuerpos sin esqueletos. Así de blandengues son.

No convence a nadie, ni siquiera a los vecinos a los que supuestamente anda ayudando desaforadamente a conseguir el agua que Conagua en su infinita incapacidad e inutilidad cuatrotera nos receta a cuentagotas a los pobladores de estas bárbaras, inseguras y hoy sedientas comarcas del norte.

Muchos alucinados ilusos piden, claman, protestan, manifiestan, exigen, braman por la renuncia del director de la empresa Servicios de Agua y Drenaje, pero en su infinita ignorancia no toman en cuenta que es Conagua la dueña de los destinos del llenado y vaciado de las presas.

Y como Conagua es federal, no se atreven ni a tocar con el pétalo de un reclamito a semejante dependencia, porque está conectada a la hoy embravecida y envalentonada 4T del gobierno de don Andrés Manuel.

Al presidente, con respeto, quisiera decirle al respecto que más que andar saboteando cumbres (ergo: Los Angeles, junio 10), millones de mexicanos le agradeceríamos ocupar algo de su electorera agenda a buscarle soluciones al problema creciente de la falta de agua.

También le pediría que en lugar de compadecerse de los derechos humanos de los delincuentes, se compadeciera de quienes hoy sufrimos la falta del líquido que nos da la vida.

Historias de Terror

Alrededor del agua se tejen historias de terror, hilvanadas con empresarios y terratenientes rurales y urbanos que la extraen a mansalva de sus pozos profundos privados, para darse baños de media hora, llenar sus albercotas y regar los jardines que adornan haciendas y mansiones.

De padrinos y asesores del gobernador en turno, algunos de ellos socios en negocios innombrables.

De funcionarios y empleados que actúan como si fueran sicarios a sueldo y debido a todo esto, llegó la sed y detracito de ésta viene el hambre.

El País se nos está perdiendo y muchos Estados también, porque se nos soltaron, se nos fueron de las manos.

Los “pura sangre”

Funcionarios como Cristina Díaz, como Miguel Treviño de Hoyos, el de San Pedro Garza García, se desenchufaron hace mucho de la ciudadanía.

Lo único que les interesa es seguir de trepadores electoreros en busca de la seguridad del presupuesto público.

Les valió y les vale madre el interés colectivo. Les mueven sus afanes personales.

Se sienten políticos “pura sangre” paridos de sementales, que creen merecer los privilegios de un status pasajero, pero que quieren hacerlo duradero.

“Los hijos y los nietos también merecen, cómo chingaos no”.

Y para acabarla de joder, los “animalistas”, perdón, los ambientalistas. Graduados hoy con el título de “Ajonjolí de todos los moles”, que en vez de ayudar, enturbian y también estorban.

Que promueven marchas caceroleras frente al palacio de gobierno cuando deberían hacerlo frente a Conagua.

Se equivocaron de código postal, pero eso es lo que menos les importa.

Les interesa figurar; buscan notoriedad y son tan nocivos como esta alcaldesa, que más que tinas, carga con sus ejércitos de fotógrafos y redactores municipales para que le tomen sus mejores ángulos al darse baños de pueblo… aunque sean sin agua…

CAJÓN DE SASTRE

“La fe no se carga en tinas. La simpatía, menos. No sea usted ilusa, señora alcaldesa”, remata la irreverente de mi Gaby.