Desde que leí el documento oficial “Marco curricular para la educación preescolar, primaria y secundaria” (SEP, 2022), me quedó la impresión de que el paradigma dominante de desarrollo de competencias no se había discutido profunda ni suficientemente, como esquema y sustento general del diseño curricular para la educación básica, desde 2004, en México.
Al paso del tiempo, no sólo veo que eso no cambió, sino que la no discusión se extendió hasta la educación media superior. Las autoridades educativas federales y sus equipos técnicos, al interior de la SEP, no han llamado a una discusión amplia, profunda y de corte pedagógico didáctico acerca de las implicaciones de la planificación y evaluación educativa a partir del paradigma de desarrollo de competencias en el rediseño de la EMS desde 2022.
En diversos momentos de mi obra he sido enfático en mantener una cierta reserva con respecto a ese paradigma educativo y curricular dominante, sin embargo, aún por encima de ello considero que es necesario dar la batalla teórica y metodológica, no sólo ideológica, en el contexto eventuales debates acerca del desarrollo de competencias. (Ver mis dos recientes libros: “Cambio curricular y cultural de la educación básica en México” (2024) y “Competencias y cambios curriculares de la educación básica en México y España” (2025, ambos publicados por la Editorial La Muralla, Madrid).
En educación básica, por ejemplo, el concepto de “competencias” quedó fuera del documento curricular oficial y supuestamente renovado de 2022, sin embargo, el paradigma no fue erradicado por completo, porque el concepto de capacidades que entró en su lugar, en una de sus acepciones, se coloca como un elemento funcional del paradigma “competencial”. Se busca en todo caso que el estudiante sea competente para resolver creativamente determinados problemas, de manera contextualizada, a través del desarrollo de ciertas capacidades. Para comprobar la asociación funcional entre “competencias” (concepto robusto) y “capacidades” (concepto operativo), basta con revisar las definiciones de competencias que ofrecen diferentes autoras y autores en la literatura científica.
Por ello, pienso que el planteamiento curricular de la SEP (2022) para la educación básica no ha provocado una ruptura radical con respecto al paradigma competencial, que sigue dominante en México y en el mundo. En todo caso, la SEP ha hecho desaparecer en el discurso a la palabra “competencias” del planteamiento curricular, con argumentos más de carácter ideológico (lo cual es necesario, pero no suficiente), pero no ha presentado argumentos científico-técnicos de fondo para justificar la proscripción de palabras del paradigma dominante, desde las diversas miradas generadas por las ciencias que desarrollan investigaciones educativas.
La única institución pública que llamó, de manera congruente, al debate de propuestas y argumentos en torno al paradigma de desarrollo de competencias en el proceso de rediseño del Marco Curricular Común de la Educación Media Superior (MCCEMS), en 2022, fue la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación.
En el documento: “Recomendaciones para la mejora de la propuesta curricular de la Educación Media Superior 2022: Marco Curricular Común (MCCEMS)”, la Comisión afirma lo siguiente, a manera de recomendación: “Ofrecer más argumentos sobre la necesidad de superar el enfoque de competencias, con base en las dificultades que se han identificado en éste para trabajar en el ámbito educativo; por ejemplo, carecer de una metodología que oriente el quehacer pedagógico y didáctico”.
No obstante, la SEP, a través de la Subsecretaría correspondiente, hizo caso omiso a las recomendaciones principales que hiciera la institución encargada de coordinar el sistema nacional de mejora continua de la educación básica y media superior en México, o sea, MejorEdu en 2022-2023, como ésta que proponía hacer una revisión más amplia y profunda del enfoque o paradigma de competencias.
Veamos la evidencia documental: La Secretaría de Educación Pública (SEP) publicó en agosto de 2023, en el Diario Oficial de la Federación (DOF), “el Acuerdo número 09/08/23 por el que se establece y regula el Marco Curricular Común de la Educación Media Superior (MCCEMS), mismo que será aplicable en este tipo educativo para todos sus servicios, modalidades y opciones educativas previstas en el ciclo escolar 2023-2024”, según el sitio oficial de la propia SEP.
La SEP, así mismo, destaca lo siguiente con respecto al planteamiento curricular renovado para la EMS: “Favorecerá el tránsito, la permanencia, la continuidad académica y, en su caso, el egreso oportuno del estudiantado al bachillerato en el Sistema Educativo Nacional. Lo integran 3 currículums: fundamental, laboral y ampliado, como parte de una formación integral”.
En el anexo del Acuerdo secretarial 09/08/23, el Artículo 7 señala lo siguiente: “Los currículums y compontes de formación que integran el MCCEMS, son los siguientes: 1. Currículum fundamental… 2. Currículum laboral… y 3. Currículum ampliado.
El Artículo 19 del mismo anexo dice: “En el currículum laboral los planes y programas de estudio de esta formación tienen como objetivo desarrollar competencias laborales de EMS, para el desempeño de las personas en su vida cotidiana, en el sector social y productivo. Las competencias laborales de EMS, de manera enunciativa más no limitativa, se desarrollan con: Pertinencia, relevancia, coherencia, suficiencia, autonomía, responsabilidad, variedad, flexibilidad y complejidad”… “El currículum laboral está conformado por: Competencias laborales básicas y Competencias laborales extendidas.”
Esto que usted acaba de leer es lo más cercano a la versión de “competencias” que ha promovido desde finales del siglo pasado la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). De hecho, la prueba PISA es un sistema internacional de evaluación dirigido a jóvenes, que tiene fundamento en el paradigma de desarrollo de competencias.
Cabe recordar que el marco curricular común para EMS actual fue publicado por el gobierno de AMLO, cuando la maestra Leticia Ramírez Amaya era la titular de la SEP.
Una vez revisados estos documentos oficiales (SEP y la desaparecida MejorEdu) quedan sobre la mesa una certeza y una pregunta: La certeza es que existen tensiones, diferencias y contradicciones entre los grupos y los funcionarios o personas que trabajan en las instituciones públicas encargadas de diseñar, coordinar y operar las políticas educativas del régimen político llamado de la “Cuarta transformación”.
Queda claro que las contradicciones, tensiones y desacuerdos son procesos constitutivos de todas las instituciones públicas, sin embargo, es de esperarse que en un mismo gobierno de la república exista un mínimo de congruencia y coherencia tanto en las acciones de gobierno en materia educativa como en los discursos o retóricas que los sostienen y acompañan.
La pregunta que queda es: ¿La SEP propone (e impone) una formación básica para niñas y niños con un esquema curricular que no reivindica explícitamente el desarrollo de competencias e impulsa, al mismo tiempo, un currículo para las y los jóvenes de EMS que sí reivindica ese esquema o paradigma?
Estamos frente a una doble contradicción, en una eventual respuesta a esta pregunta, porque el currículo para la educación básica vigente (desde 2023), de manera implícita reivindica al paradigma “competencial” a través del empleo y validación del concepto de “capacidades”.
@jcma23