Es curioso, y un poco de pena ajena, ver los memes sobre la instalación de la armadora de autos TESLA en México, que pretenden ridiculizar una o varias refinerías, o a PEMEX, o al presidente, o al gobierno entero, da igual. La instalación de la planta es una buena noticia para el país, de eso no queda duda. Y el proceso fue muy semejante a otros donde la forma de negociar del presidente AMLO comienza con una postura rígida y después, logrando algunos compromisos de la contraparte, accede a lo fundamental.
Eso es hacer política, ni más ni menos. Sin caer en excesos, aventuro que algunos otros gobiernos se hubieran puesto, y nos hubieran puesto de tapete, para que pasara el señor Musk, y en lugar de conseguir ciertos compromisos ambientales de su empresa, hubieran hasta pagado lo que fuera con tal de que esa inversión “se quedara en el país”. Eso parte del complejo de inferioridad de los políticos formados en el neoliberalismo, donde ellos mismos se asumen actores de segunda, cuando no parasitarios, de los grandes capitales, que son los que “crean empleos”, y “generan desarrollo”, como si lo hicieran solitos y de buen gesto, además.
La verdad es que a TESLA le convenía venir a México y se podía jugar un poco con esa posición, más que con la del rogón urgido. Al mismo tiempo, un analista importante del Financial Times, Gideon Rachman, redactó una columna sobre los peligros de que se apruebe, o mejor dicho, que la Corte deje vigente la reforma electoral conocida como el Plan B, que hace una reducción sustancial de la estructura de vocalías del INE, permite a los partidos guardar y usar remanentes de ministraciones públicas electorales, y da mucha mayor libertad a los funcionarios públicos para que hagan y digan cosas benéficas a su propia imagen, sin que sea considerada propaganda electoral, y por ende no esté sujeta a sanciones.
Lo interesante es que, además de recapitular un poco el tema de la popularidad del presidente y de señalar que cuenta con una oposición importante entre los empresarios y académicos, el autor comienza a enunciar los peligros que implica para México y Estados Unidos lo que él ve como una regresión democrática. Específicamente, dice que tendrá consecuencias en el ascenso de la violencia criminal en la frontera y en todo el país, en el tráfico de drogas desde México a Estados Unidos y específicamente de fentanilo.

Sin pronunciarnos sobre los méritos o riesgos de la reforma electoral que se discutirá en la corte eventualmente, la tesis de que este es el inicio del fin para la democracia mexicana, es básicamente la utilización de una falacia muy común en el razonamiento político: la de creer que todo lo malo viene junto, y la del hombre de paja, o atribuirle a un enemigo todos los vicios y todas las culpas. Esto lo usan siempre los partisanos sin importar el color ni la ideología. Lo cierto es que las grandes inversiones privadas tienen una relación con la democracia más complicada de lo que parece.
De hecho, muchos países que durante décadas han sido paraísos para los inversionistas, son países sumamente autoritarios, por ejemplo Singapur e Indonesia. La razón es que los autócratas dan certeza, porque mientras ellos estén en el cargo, las cosas no cambian. Y lo esencial de la democracia es el cambio. Esto no es una apología del autoritarismo, nada más subrayo lo problemático que es conferir a la democracia la solución de todos los problemas, y asociar el autoritarismo con la falta de desarrollo.
Simplemente las cosas no ocurren así en la realidad. Como TESLA, otras empresas multinacionales que están buscando alternativas para sacar su producción de Asia, buscarán a México como una alternativa, y esto por méritos fiscales, de costos o hasta geográficos, porque estamos pegados al mercado de consumidores más grande del mundo. Por muchos motivos, pero ninguno de ellos es la calidad de la democracia o de las elecciones que haya en México.
La democracia es importante; las libertades civiles son dignas de ser protegidas, todo eso es cierto. Pero a los capitales internacionales, les importan muy poco. Si no, no habrían llevado el grueso de la economía mundial a China, en primer lugar.