Ni el matrimonio poliamoroso reconocido como válido en la entidad más conservadora pudo con la estocada final que la gobernadora Layda Sansores tuvo contra Alejandro Moreno. Más de 80 horas de material guardado y cerca de 12 mil mensajes, dejaron al presidente nacional del PRI con cargo, pero sin amigos. Ni Ciro Gómez Leyva lo reconoce como broder; el teacher ya le llamó “miserable”; Proceso lo colocó en el sitio de los indeseables, cerquita de Calderón y lejos de su rehabilitación para acceder al poder. El cascarón que le queda, probablemente, apenas y servirá para salvar cabezas de sus apadrinados, pero ni las diputadas del PRI lo respetan.

En el fondo, el resentimiento contra un traidor que las humilló siendo, muchas de ellas, brillantes y talentosas por sí mismas está escondido entre las sonrisas tiesas que desfilan entre las últimas conferencias de prensa con las que Alejandro Moreno ha tratado de hacer contrapeso.

Sin ser periodista, Layda Sansores ya le dio clases hasta al mismísimo Carlos Marín y reveló más verdades que la vieja guardia del periodismo corporativista que se colocó a la venta hace décadas. Benditas redes sociales que han logrado destruir el silencio por prebenda y la mentira financiada, transformando el modelo de negocios de los medios de comunicación al consumo popular y calidad de contenido. Layda Sansores ha sido más transparente que varios organismos y más contundente que varios Fiscales, no conoce la tibieza y ejemplifica cómo las mujeres pueden perderle miedo al poder asumiendo plenamente los espacios.

Claudia Sheinbaum la reconoció por el éxito de los #MartesDelJaguar y el guiño que Sansores devolvió le aplanó kilómetros de simpatía durante su aparición:

“Pero yo te admiraba desde antes ¡eh! Siempre Andrés Manuel (López Obrador) hablaba de ti y cuando te conocimos, que llegaste al movimiento, pues nunca nos defraudaste. Te volviste un ejemplo, un modelo, tú coordinabas las Adelitas. Siempre todas las tareas difíciles Andrés Manuel sabía que había una gente confiable y leal y que tenía toda la organización para que las cosas funcionaran”

La hora del Jaguar ya es la segunda emisión oficial favorita después de la mañanera, solamente que la gobernadora le ha ganado al presidente en jocosidad y creatividad, su espacio es culturalmente rico, políticamente muy valiente, una exitosa innovación de la comunicación política. Una joya que no se limita a los cargos oficiales, que integra música, moneros, lenguas y denuncia. Ahora que no podrán mostrarse más audios de Alejandro Moreno por mandato judicial de un juzgador regio que concedió el amparo por el que borraron los últimos, la buena Layda deberá recibir en su espacio a Claudia Sheinbaum y a Delfina Gómez, luego a las gobernadoras. Ojalá que reciba a Pablo Gómez para continuar con las filtraciones, ahora, de Peña Nieto y el lujo de la Gaviota. Vaya que encontrarán bastante material. Por ahí, podrá abrirle un espacio en video llamada o algo moderado a López Dóriga, para que pueda realizar su denuncia pública contra el miserable contándonos completo el asunto de sus entrevistas, encuentros, desencuentros y divorcios.

Ojalá que le invite a comer una sopa de iguana a la de Guerrero para hablar de violencia política de género y ver qué nos ofrece sobre el ex gobernador de aquella entidad. El jaguar tiene madera para convertirse en el mejor banquillo de los acusados y plataforma de apapacho. Las mujeres que desfilan por esas sillas traen cargada la simpatía para ser las próximas.

Una chulada de equilibrio para la seriedad de la número uno en la encuesta del Estado de México y también para la Jefa de Gobierno. Dreamteam.