Como es bien conocido, Enrique de la Madrid Cordero busca la Presidencia de México. Para ello, ha estado activo recientemente en las redes sociales. El hijo del expresidente Miguel de la Madrid se presenta como un candidato con ideas renovadoras que claramente contrastan con los planteamientos desfasados y anclados en el pasado que defiende la 4T.

En mi opinión, Enrique de la Madrid sería un buen presidente de México. Se trata, pues, de un hombre con buenas credenciales académicas (se ha forjado en prestigiosas universidades como la UNAM y Harvard) ha tenido una destacada experiencia en el sector público como legislador y secretario de Estado, y aun más, es un hombre honesto genuinamente comprometido con el progreso del país. Cree en el cambio climático y en la necesidad de poner en marcha políticas de Estado que coadyuven al mejoramiento de la vida de los mexicanos y la recuperación de nuestro papel en la arena internacional.

Desafortunadamente existen, desde mi punto de vista, dos desafíos para De la Madrid. Por un lado, sus bazas políticas. Con el propósito de alcanzar la candidata de Va por México, De la Madrid deberá hacer a un lado a priistas de pura cepa. Y una vez lograda esta hazaña, tendrá la obligación de desterrar a personajes como Lilly Téllez o Ricardo Anaya en el seno de la alianza tripartita.

Y por el otro, su apellido. La historia ha demostrado en tres ocasiones que México no suele elegir a hijos de expresidentes. Como si la nación rechazase la perpetuación de un linaje presidencial, los mexicanos han mirado hacia otro lado cuando han visto en la boleta presidencial a algún descendiente de un expresidente.

Tenemos claramente el ejemplo de Cuauhtémoc Cárdenas. A pesar de ser hijo del gran Lázaro Cárdenas, y en tanto que adalid del nacionalismo revolucionario perdido en los años ochenta, Cuauhtémoc perdió las elecciones de 1988, 1994 y 2000. ¡Desde luego! ¡Algunos argumentarán que Cárdenas ganó los comicios de 1988! De acuerdo… habiendo echado a un lado momentáneamente las elecciones de 1988, podemos asegurar que el hijo del padre de la expropiación petrolera fue derrotado por Ernesto Zedillo y Vicente Fox.

El caso de Enrique de la Madrid se antoja más complicado. Como bien he señalado, el priista cuenta con todas las credenciales para ser un buen presidente de México. Sin embargo, en tanto que hijo de Miguel de la Madrid (y con el agravante de que De la Madrid Hurtado no goza ni remotamente del simbolismo histórico encarnado por Lázaro Cárdenas) Enrique tiene delante enormes desafíos políticos: vencer a sus rivales en la contienda interna en el seno de Va por México, y luego, hacer olvidar su origen. Al tiempo.