Hace unos días Xóchitl Gálvez aseguró que con el 62 por ciento de la participación ciudadana ganaría la presidencia de México. Acto seguido, los corifeos del régimen salieron  rápidamente a contradecirla.

En opinión de algunos, como el caso del propagandista Epigmenio Ibarra, la percepción generalmente negativa de la población mexicana hacia Xóchitl evitaría en todo caso su triunfo, aun ante la hipotética situación de una mayor participación del padrón electoral.

Vamos a ver. A mi juicio Xóchitl sí que puede ganar. Sin embargo, desde mi punto de vista, una participación del 62 por ciento podría quedarse corto.

Si se considera que en 2018 la participación ciudadana alcanzó el 63. 4 por ciento, y si sumamos que AMLO recibió el 53 por ciento de los sufragios, una participación similar en 2024, bajo el supuesto de que los votantes de Morena no cambiarán el sentido de su voto, el 62 esperado por Xóchitl resultaría insuficiente.

Lo anterior, sumado al hecho de que José Antonio Meade y Ricardo Anaya sumaron alrededor del 40 por ciento, implicaría que una participación similar en relación con el 2018 no conllevaría el triunfo de Gálvez, sino por el contrario, la victoria de Claudia Sheinbaum con números superiores al 50 por ciento.

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¿Cuál es entonces el número mágico para Xóchitl Gálvez, es decir, el porcentaje necesario de participación ciudadana que haría posible su triunfo en las urnas? Sin el ánimo de hacer un análisis estadístico pormenorizado, sino con cálculos propios, la estimación ascendería a alrededor del 70 por ciento.

En otras palabras, si la participación ascendiese en 8 puntos porcentuales en relación con el 2018, el apoyo a Gálvez podría acercarse al 45 por ciento, lo que la colocaría, si se considera un 5 por ciento que podría votar por Máynez, próxima al triunfo en las elecciones.

¿Cómo se puede estimar que ese 8 por ciento adicional de participación apoyaría a Xóchitl? Bien, a la luz de las elecciones recientes, la evidencia apunta hacia una tendencia a favorecer el triunfo de la oposición. Quizás derivado de un hartazgo, del descontento o de la decepción ante la ineficacia de los gobiernos en turno, la gente sale generalmente a votar en contra del régimen gobernante.

En suma, no se trata de una mera propaganda  de la oposición cuando se afirma que Xóchitl sí puede ganar. Sin embargo, se necesita, para lograr la hazaña, una participación que oscile alrededor del 70 por ciento del padrón, es decir, unos 8 puntos porcentuales mayor en relación con el 2018. Sí que es posible, pero hay que salir a votar.