Jorge Castañeda, en un artículo de Nexos, sostiene que Ernesto Zedillo es el único expresidente mexicano que “posee una voz escuchada fuera de México”. A los otros Castañeda los descalifica: “Fox interviene siempre de botepronto”; “Calderón no es lo suficientemente conocido en el ámbito internacional para repercutir con impacto”; “Carlos Salinas podría influir, pero ha decidido ceñirse a la tradición mexicana —la de guardar silencio—”.
Castañeda apunta que, en el extranjero, Zedillo “es tomado en cuenta seriamente cuando se pronuncia” por cuatro factores: (i) las relaciones que construyó cuando fue presidente —sobre todo con grupos empresariales a los que benefició con sus privatizaciones—, (ii) su trabajo en la Universidad de Yale, (iii) su participación en el grupo The Elders y en algunos organismos internacionales y (iv) haber escrito una columna de opinión en Forbes.
Revisé en Google si hay reacciones relevantes en la prensa global acerca de las críticas —calumniosas en mi opinión— del expresidente Ernesto Zedillo dirigidas a la presidenta Claudia Sheinbaum. No las encontré. No pelaron a Zedillo The New York Times, Financial Times y The Wall Street Journal.
Jorge Castañeda deberá admitir que mintió o exageró la importancia mundial de Zedillo: no es cierto que en los grandes diarios de Estados Unidos y Europa el expresidente sea “tomado en cuenta seriamente cuando se pronuncia”. No ha sido así en el actual debate entre él y la presidenta de México.
Desde luego, podría suceder que Zedillo pasara de la prensa mexicana a la prensa internacional. El problema para el expresidente radica en que, si eso ocurriera, no solo se reportarían las críticas de Zedillo a Sheinbaum, sino también las respuestas de la presidenta de México, particularmente la más noticiosa: su propuesta de que se investiguen algunas acusaciones, que ella no lanzó —lo hizo un candidato a ministro de la SCJN—, acerca de presuntas relaciones bastante sospechosas de la esposa del expresidente con cárteles de las drogas.
Por cierto, a tal candidato a la corte suprema, César Gutiérrez Priego, se le descalifica no solo por ser hijo de un militar de alto rango, el ya fallecido Jesús Gutiérrez Rebollo, detenido por narco en el sexenio de Zedillo, sino también —y sobre todo— debido que se le ha señalado por estar actualmente ligado a las mafias. Pero, ni hablar, si fuera cierto que Gutiérrez Priego tuviera ligas con los cárteles de las drogas, entonces sus acusaciones tendrían todavía más valor, ya que hasta podría llevarlas a tribunales de Estados Unidos como testigo protegido.
Supongo que Liébano Sáenz sigue siendo un influyente asesor de Ernesto Zedillo. Debería pedirle a su jefe que ya se calle porque, si le sigue, hasta el propio Liébano resultará manchado por acusaciones de nexos con el narco.
El año pasado, en septiembre, se publicó el artículo de Miguel Badillo “Oficio militar acusa vínculos de Zedillo-Liébano con cárteles del narcotráfico” publicado en el diario El Independiente de Carlos Ramírez.
Estoy seguro de que hasta un analista tan rabiosamente rival de la 4T y de la presidenta Sheinbaum como Jorge Castañeda admitirá que Badillo y Ramírez estaban entre los periodistas mejor informados en el sexenio de Zedillo. Es decir, hay razones para pensar que saben de lo que hablan.
En el texto mencionado —aquí puede leerse—, Badillo afirma que “un año después de que Ernesto Zedillo Ponce de León asumiera la presidencia de la república y se convirtiera en el comandante supremo de las fuerzas armadas, el entonces secretario de la Defensa Nacional, general Enrique Cervantes Aguirre, recibió el oficio confidencial número 39872, con fecha 4 de diciembre de 1995, de la comandancia de la V región militar, en donde le informan que el entonces jefe del Cártel de Juárez, Amado Carrillo Fuentes, apodado El Señor de los Cielos, afirmaba haber financiado la campaña del PRI a la presidencia de la república por conducto de su amigo, el también chihuahuense Liébano Sáenz, secretario particular de Zedillo en los seis años que este gobernó el país”.
En un artículo de la semana pasada, “Clases de Fobaproa”, Carlos Loret de Mola para criticar a la presidenta Sheinbaum recordó las Refutaciones sofísticas de Aristóteles. Sé que el título de esta obra no es de Aristóteles, sino de Andrónico, quien editó apuntes que el famoso filósofo usaba para sus clases. Por cierto, Aristóteles no atacó a los sofistas: los mencionó poco y no para restarles mérito, sino en términos muy positivos.
El hecho es que Loret hizo referencia a Aristóteles para rebatir lo que dijo la presidenta Sheinbaum acerca del Fobaproa del presidente Zedillo. Es un ejemplo de que la mayor parte de la comentocracia ha centrado su atención en aquel rescate bancario —hay columnistas que lo consideran una obra de arte para superar crisis financieras, lo mismo que comentócratas que lo ven como un gigantesco robo a la nación—.
Pero la polémica sobre el Fobaproa no tiene potencia para llegar a la prensa global. Las que sí pueden ser analizadas con seriedad en el extranjero —y no solo por la prensa, sino por autoridades de Estados Unidos— son las acusaciones de posibles nexos con el narcotráfico del expresidente Zedillo.
Sigo pensando que fue por envidia enfermiza que Ernesto Zedillo, narciso de la política, decidió pelear con Claudia Sheinbaum. El pecado de la presidenta es el de haber tenido una trascendencia simple y sencillamente enorme en la prensa global. A Claudia se le elogia en todos los grandes periódicos del mundo, inclusive en sus portadas. Ningún otro gobernante de México tuvo tanto reconocimiento.
Si lo que quería Zedillo era llamar la atención de la prensa global peleando con una presidenta tan elogiada en el mundo, antes de lanzarse al campo de batalla debió haber reflexionado en la máxima “ten cuidado con lo que deseas, porque podría hacerse realidad” atribuida tanto a Oscar Wilde como a antiguos sabios de China.
En una de esas se le hace a Zedillo aparecer en los grandes diarios de Estados Unidos y Europa, pero no por sus opiniones sobre la 4T, sino porque se le empiece a investigar por sus nexos con las mafias del narco.
Insisto, Liébano debería decirle a su patrón Zedillo: “Ya párale, no seas pendejo, porque si bien nos va quedaremos totalmente enlodados”.