Tanto la criticaron por hacer cada día más evidente su identificación ideológica con Andrés Manuel. Lo hizo por si había dudas, es verdad —no las había, pero en momentos de definiciones conviene asegurarse de no dar la apariencia de andarse con medias tintas—; sobre todo, se acercó mucho más al pensamiento y al proyecto del presidente López Obrador para apoyarle en momentos complejos: cuando los ataques a la 4T se intensifican y se vuelven más frecuentes. Se equivocan quienes creen que la oposición, con tanto dinero de su lado, es débil. En 2024 mostrará todo su poder, que es financiero.

Los críticos dijeron: Claudia Sheinbaum se equivoca, mientras más exhiba su lopezobradorismo más caerá en las encuestas. Ya había caído, al menos en las de Reforma y El Financiero, pero no por su culpa, sino por la tragedia heredada, la de la Línea 12 del metro de la Ciudad de México. Hoy el primero de tales diarios, el dirigido por Alejandro Junco, refuta a quienes pronosticaban el derrumbe de la jefa de gobierno.

Shienbaum, en la encuesta de Reforma, de diciembre del año pasado a junio de 2021 se desplomó 11 puntos: pasó de 64% a 53% de aprobación. Pues bien, seis meses después, Claudia recuperó lo perdido y aún más: ahora la aprueba el 65% de quienes residen en la capital de nuestro país.

La explicación es sencilla y compleja al mismo tiempo y está en el tango “Yira… yira” de Enrique Santos Discépolo: “Cuando no tengas ni fe”, en ese momento sentirás “la indiferencia del mundo que es sordo y es mudo…”.

El autor consideraba a “Yira… yira” como “el más mío de los tangos”. Por una razón: sufría en 1927, en Buenos Aires, toda la injusticia con que una gran ciudad puede aplastar a sus habitantes menos afortunados:

  • “Regresaba a Buenos Aires sin un centavo”.
  • “Allí surgió ‘Yira… yira…’, en medio de las dificultades diarias, del trabajo amargo, de la injusticia, del esfuerzo que no rinde, de la sensación de que se nublan todos los horizontes, de que están cerrados todos los caminos”
  • El tango más filosófico nació en la calle: “Me la inspiraron las calles de Buenos Aires, el hombre de Buenos Aires, la rabia de Buenos Aires… La soledad internacional del hombre frente a sus problemas”.
  • “Yo viví la letra de esa canción. Más de una vez. La padecí, mejor dicho, más de una vez”.
  • “Hay un hambre que es tan grande como el hambre del pan. Y es el hambre de la injusticia, de la incomprensión. Y la producen siempre las grandes ciudades donde uno lucha, solo, entre millones de hombres indiferentes al dolor que uno grita y ellos no oyen”.
  • “Grité el dolor de muchos…”.

Hoy dice Jorge Zepeda en Milenio, reflexionando sobre un artículo de Sabina Berman en El Universal, que Andrés Manuel es popular por sus programas sociales que llegan a tanta gente pobre, algo que los analistas no comprenden. Ese, por supuesto, es un factor explicativo de la gran aprobación del presidente de México, pero no el principal. Más allá del apoyo que las personas menos favorecidas reciben, a AMLO se le califica positivamente —abajo mayoritariamente, pero también a la mitad y arriba de la estructura social— sobre todo porque no es indiferente al dolor de quienes gritan su angustia.

Claudia Sheinbaum hizo el cálculo correcto y decidió actuar como Andrés Manuel: esto es, escuchar y entender, en la grandísima Ciudad de México, la rabia de quienes han sido marginados por un desarrollo que a muy pocos beneficia y a la mayoría condena al “trabajo amargo” que no da frutos.

El maravilloso “Yira… yira” habla, como dijo alguien, no de la suerte, sino de la mala suerte de quienes habitan ciudades enormes sin esperanza de que se les trate con un mínimo de dignidad: “Verás que todo es mentira, verás que nada es amor, que al mundo nada le importa. Aunque te quiebre la vida, aunque te muerda un dolor, no esperes nunca una ayuda, ni una mano, ni un favor”.

Andrés Manuel tiende la mano y la gente aprecia el gesto. Claudia comprendió que debía hacer lo mismo. La criticaron, pero su instinto era correcto. Al menos es el diagnóstico de la encuesta de Reforma.