La jefa de gobierno Claudia Sheinbaum tiene un enorme reto que no se llama oposición, tampoco son fifís ni neoliberales, y no, no son los panistas, priistas o de cualquier otro partido. Tampoco son los miembros de la mafia del poder, ni Felipe Calderón. Son las mujeres. El reto es verdaderamente enorme: la jefa de gobierno de la CDMX tendrá que aliarse o conciliar con ellas, con todas, las más radicales incluidas..

Tiene mucho valor simbólico el que las mujeres hayan puesto un monumento que las representa, en el lugar que antes estaba la estatua de Colón y la fallida escultura llamada Tlali.

Llegaron las mujeres y pusieron su huella y su estilo, enviándole un mensaje muy claro a Claudia Sheinbaum: “O nos garantizas un Estado de derecho y libertad, así como de seguridad, o nos tendrás en contra”.

Sheinbaum no la tiene fácil, nada fácil. Ganar el cariño y el respeto de una mujer no es fácil. Sobre todo es muy difícil para una mujer, tal vez por resabios culturales machistas que no terminan de desaparecer. Por naturaleza, las mujeres somos competitivas entre nosotras mismas y a veces diferimos en opiniones, además de que tendemos a identificar de inmediato quién está en nuestra contra y quien de nuestro lado.

A simple vista debería de ser fácil y natural que Claudia Sheinbaum, como mujer y aspirante a ser presidenta, tan solo por el género, tuviera la simpatía de las mujeres. De todas, sin excepción. Las mujeres somos inteligentes, discernimos e identificamos, podemos saber a quién verdaderamente le interesamos y a quien no. Llamémosle “instinto” tal vez, otro punto en donde ella tendría que trabajar: ¿Qué imagen tiene ella de sí misma?, recomiendo que los que se quieran dedicar a la política tengan un espacio en su psique interior, no les vendría nada mal. Porque no creo que todos lo hagan.

Considero que Claudia Sheinbaum tiene un trabajo interior muy profundo que hacer primero con ella misma: primero con el aparente sometimiento que tiene en relación al presidente, la impresión de manipulación que refleja, es algo con lo que debería trabajar. Posiblemente es una estrategia política que ella debe de seguir si quiere llegar al objetivo, pero entonces, debería de ser más sutil en no demostrarlo de esa manera, no hacerlo tan evidente.

Aunque francamente me imagino al presidente pidiéndole que de vez en cuando le aviente unas mil porras. La necesidad de sentirse protegida y cobijada por AMLO es estrategia política, no tengo duda: el sistema es así y tiene que jugar con sus reglas si quiere avanzar, pero excederse puede generar la percepción de fragilidad en su persona.

Por otro lado, dado que ya sabemos que quiere ser presidenta, tendrá la enorme labor de ganarse eso justamente, la simpatía, el afecto y la admiración de todas las mujeres. No de su círculo más cercano, no de las morenistas, estoy hablando de todas las mujeres: gran reto .

¿Qué tendrá que hacer para lograrlo? Espero que se deje asesorar por alguien que en verdad busque que sea ganadora y que su triunfo sea a la buena.

Al tiempo.