La frase, “se cae a pedazos”, dejó de ser una metáfora en este sexenio para referirse al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). A tal grado ha perdido su identidad, que ha requerido de un apellido para que los demás lo identifiquen y ahora se llama “IMSS-Bienestar”, como si el solo título pudiese revertir la destrucción que ha padecido desde que el actual gobierno de la Cuarta Transformación lo tomó y le propinó la mayor devastación desde su creación.

Y no exagero si digo que faltaría una inyección de miles de millones de pesos para subsanar todo lo que por negligencia y austeridad, que bien se podría tipificar como “austericidio”, se destruyó.

Tan solo si hablamos de lo urgente, habría que emprender la construcción de nuevos hospitales, unidades de medicina familiar, centro de servicios, recuperación de instalaciones dañadas, mantenimiento, sustitución y adquisición de equipo, reemplazo y mantenimiento de electromecánico y médico, servicios médicos integrales, materiales para curación, abasto de recetas médicas, ampliación de plazas para personal de salud, tecnología de vanguardia y calidad en los servicios.

Pero no se puede hablar de los daños sufridos en el sistema de salud en México sin recordar una de las decisiones más erróneas por no llamar perversas, como fue lo ocurrido al Seguro Popular.

El primer paso hacia el aniquilamiento fue sin duda la desaparición del Seguro Popular, lo cual ocurrió el primero de enero de 2020 cuando retiraron de todas las unidades médicas del país los módulos de afiliación a este sistema, dando pie a la creación del Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI) que se dijo vendría a sustituir este programa pero que resultó un fracaso mayúsculo y la prueba de ello es que también ya quedó desintegrado el 25 de abril pasado.

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Uno de los argumentos que vertió el presidente Andrés Manuel López Obrador para desaparecer el Seguro Popular fue la presunta corrupción, pero al día de hoy no hay una sola persona en prisión.

AMLO además canceló contratos a empresas farmacéuticas también con el pretexto de la corrupción provocando el mayor desabasto de medicamentos y vacunas de que se tenga registro; toda vez que negligentemente no previó cómo habría de cubrir el abasto de las recetas.

El sistema del IMSS-Bienestar está hoy “muy lejos de su nivel de eficacia de hace seis años”, estimó el colectivo Cero Desabasto, que en su último informe reportó la caída de 96.7 por ciento a 84 por ciento en su nivel de surtimiento de recetas de 2017 a 2021, y el año pasado en 89.6 por ciento.

El 31 de mayo el colectivo Cero Desabasto, integrado por más de 100 organizaciones, presentó el informe “Radiografía del Desabasto de Medicamentos en México 2022″. Este colectivo ciudadano que reúne a pacientes, familiares de pacientes, médicos, organizaciones, académicos y autoridades para lograr el acceso efectivo a medicamentos e insumos médicos con el fin de garantizar el derecho a la salud, ha reportado que durante 2022, más de 15.2 millones de recetas no se surtieron efectivamente en las principales instituciones de seguridad social.

“Negarles a las personas su tratamiento, es una clara vulneración al derecho a la salud de las personas que vivimos en México” menciona el colectivo. Sin embargo, señalan que este número crecería exponencialmente si se sumaran los datos del INSABI, los Servicios Estatales de Salud, el IMSS-Bienestar y los hospitales e institutos de la CCINSHAE.

El derecho a la vacunación es otro pilar fundamental del derecho a la salud que también se ha visto gravemente afectado, en los últimos años se ha observado una disminución en las tasas de cobertura de vacunación. El informe muestra que, la BCG tuvo una cobertura en 2020 de apenas el 27%; la Hepatitis B presentó una cobertura de 39.4% en 2021; la SRP cobertura de 54% en 2019, previo al brote de sarampión y “falta de aplicación de la vacuna contra el VPH durante 2020 y 2021 debido por un lado al desabasto internacional y por otro a la lenta gestión de las autoridades para su adquisición”, señala el informe.

Como consecuencia de este desabasto de medicamentos y ante la necesidad de las personas de contar con sus medicamentos, las quejas de pacientes ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) por concepto de no surtimiento aumentaron un 36.24% entre 2021 y 2022. El IMSS fue la institución con más quejas registradas, seguida por el ISSSTE. Las quejas más frecuentes se relacionaron con medicamentos para salud mental, diabetes, Parkinson e hipertensión.

El abandono del sistema de salud no solo se reflejó en las recetas sin surtir, en la falta de vacunas, en la carencia de materiales para curación, en la ausencia de médicos, sino que en su afán de ser austeros, se prescindió y se dejó de dar mantenimiento a instalaciones hospitalarias con funestas consecuencias.

Y es que el drama por ese supuesto plan de austeridad que tanto pregona la Cuarta Transformación, y que ya habíamos observado en imágenes que muestran hospitales con goteras, quirófanos infestados de gusanos, fauna en consultorios y salas de consulta y habitaciones, ha escalado a elevadores descompuestos por falta de mantenimiento siendo que ya la falla de uno de ellos provocó la tragedia en un hospital de Quintana Roo, derivando en el penoso fallecimiento de una niña de seis años de edad que encontró una terrible muerte al ser su pequeño cuerpo aplastado contra la pared.

El desempeño de Zoé Robledo al frente del IMSS ha sido negligente e irresponsable, y debe de comparecer y explicar los recortes y desvíos de recursos.

De acuerdo con diputados del PAN que exigen su comparecencia, en una revisión de las cifras de las Cuentas Públicas entre 2019 y 2022, publicadas por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, se muestra el gasto realizado por el gobierno federal, en donde queda de manifiesto que la inversión en obra pública en el IMSS sufrió un fuerte recorte de 2 mil 402 millones de pesos, es decir, de lo aprobado en el presupuesto se dejó de gastar una cuarta parte.

Otro de los rubros que también sufrieron un recorte en su gasto es el relativo a la erogación para compra de equipo e instrumental médico y de laboratorio. El recorte fue mucho más severo, ya que se dejaron de erogar en esos cuatro años 13 mil 201 millones de pesos, es decir, más de la mitad de lo que estaba aprobado en el presupuesto. Cabe señalar que en la Cuenta Pública del año 2022 se consigna que, del programa del IMSS para sustituir y modernizar elevadores, al cual se le aprobaron más de 282 millones de pesos, no se pagó ningún monto el año pasado.

Así que, mientras el gobierno de la Cuarta Transformación derrocha miles y miles de millones de pesos en las obras faraónicas por capricho del presidente, se escatima en recursos para la salud de los mexicanos, con las consecuencias ya mencionadas.

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