Marcelo Ebrard ensució el proceso electoral del partido Morena desde mucho antes de la campaña formal a la presidencia, desde el proceso interno mismo. Hoy, una aniquilada Xochitl Gálvez y los membretes/cascarón que la abanderan, en su desesperación, obvio es que recurren a las declaraciones que, en medio del juego sucio, del ex canciller obnubilado por su adicción al poder político y económico, externó ante los medios de comunicación en detrimento de la doctora Claudia Sheinbaum.

Lógico es que Ebrard haya obtenido, a corto y mediano plazos, un poco más de cuota de poder que la que le habría correspondido jugando limpio, pero a largo plazo le hubiese resultado al contrario. De entrada, sus aspiraciones presidenciales no estarían muertas, como lo están hoy, así sus mecanismos cerebrales de autoengaño lo mantengan en su mundo onírico, donde no puede el mirarse sino con la banda presidencial cruzada en su pecho. Seguro más gente de su grupo político entrará al próximo sexenio con buenas y más posiciones, de todo tipo, baste el ejemplo de la postulación del partido a la presidencia municipal de Acapulco de una señora impresentable, como lo es Abelina López, cuyo único logro es el haberse alineado desde el principio a las aspiraciones presidenciales de Marcelo.

Ahora, que si bien Ebrard estará seis años en algún encargo de élite, la virtual presidenta electa debe tener mucho cuidado, ya que Marcelo ha demostrado a lo largo de su carrera ser veleidoso y con aquella coartada de estar en el “centro” del espectro político, tendría entonces puertas abiertas hasta en la oposición más a la ultraderecha, y en dado caso, no dudaría en desear muy en el fondo, el fracaso de la administración de Sheinbaum para entrar el como “un salvador de la Patria”.

Alerta, insisto, debe estar la doctora Sheinbaum. Bien vigilado en todas sus gestiones, nexos, declaraciones y movimientos, ya que a ese señor poco le importa el rumbo de una nación ya en marcha. Su tan cantado “centro”, desde los tiempos de su partido político “de centro democrático”, con su impresionante 1% de las preferencias electorales trae en el bolsillo a manera de pretexto, esto con (entre otras finalidades) de utilizar como una llave maestra para, según el momento y conveniencia políticos, permitirle entrar y ser bien acogido por cualquiera de los partidos políticos en México, al margen de la ideología con la que se identifiquen.

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