Mejor política exterior

La frase “la mejor política interior es la exterior” es una obviedad histórica que en el caso del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha sido una práctica negada, rechazada y burlada por los adversarios a su gobierno y a su persona, pero que ante su próxima presentación en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se confirma como una realidad.

Una realidad que procede de la legitimidad y autoridad del presidente mexicano al interior de su país y que ahora se extiende al ámbito internacional en su propia persona, pues se ha venido desarrollando de hecho durante los casi tres años de su gobierno a través de las acciones de política exterior e internacional de la Secretaría de Relaciones Exteriores y su titular, Marcelo Ebrard.

Acaso se alcance, con esta presencia en la ONU, a revertir la crítica que el político peruano, Víctor Raúl Haya de la Torre hiciera a mediados del siglo XX a los políticos y gobernantes latinoamericanos frente a la conformación de la organización mundial de naciones, la de ser adversarios de sus gobernados de sus pueblos: “Mientras en su actitud externa prestan franca adhesión a la causa de las Naciones Unidas… en su régimen interno afirman los métodos totalitarios, desacreditan y destruyen toda fe popular en la Democracia y usan el mismo sistema de tiranía y de terror que cualquier Quisling europeo”. Es decir, el papel del traidor, en analogía con el célebre político noruego aliado de Hitler, Vidkun Quisling. (“¿Hay que ganar la guerra por la democracia en alianza y compromiso con los enemigos de la democracia?”. Cuadernos Americanos. No. 1, Año II, Ene-Feb., 1943, Vol. VII, pp. 21-25).

La crítica de Haya de la Torre iba también dirigida a escritores y pensadores demasiado optimistas o interesados que tendían a ver el mundo en dos dimensiones que no se entrecruzaban, el exterior y el interior. Y es claro que hoy no es posible bien gobernar sin la aquiescencia de la mayoría de los ciudadanos, bajo esa contradicción donde los gobernantes no cumplen las demandas mínimas de estos. Al momento de pararse ante los foros internacionales, esos representantes carecen de la legitimidad, la autoridad ética y moral para hablar en nombre de su nación.

Esa crítica a una realidad latinoamericana antidemocrática, se convierte, me parece, en la base para el sentido histórico del concepto de que la mejor política exterior es la interior.

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Dos encuestas

Las encuestas y mediciones nacionales e internacionales en torno a López Obrador y su gobierno han verificado la credibilidad y la aprobación de los mismos. A lo largo de los tres años así como las recientes.

Quienes opinamos en los medios, solemos colocar esa aprobación entre el 60 y 70 por ciento, que es muy elevada hacia la mitad del sexenio. Pero está totalmente justificada conforme a las diferentes casas encuestadoras. Oraculus, un sitio o empresa que promedia todas las encuestas existentes, informa en su actualización del 3 de noviembre que, con 34 meses en el poder, López Obrador alcanza un promedio del 62 por ciento de aprobación presidencial, el más alto registrado por cualquier otro responsable del ejecutivo desde que se realizan mediciones. Esto incluye a Peña, Calderón, Fox y Zedillo. Este promedio comprende la medición de una de las empresas con más intereses políticos ligados al pasado reciente y que ha sido parte de montajes para realizar fraudes electorales, GEA-ISA, que sólo otorga entre un 50 y 54 por ciento a AMLO. Si se quitara esta empresa del promedio, el presidente rondaría el 70 por ciento de que usualmente se habla.

Una medición internacional reciente, la encuesta elaborada por la firma Morning Consult y publicada por el diario Financial Times, ubica a López Obrador como el segundo mejor mandatario, entre un total de trece evaluados, con un 65 por ciento, detrás del primer ministro de India, Narendra Modi, con 71 por ciento de aprobación. A pesar de que los críticos se apresuraron a aclarar que no era el segundo mejor del mundo, como el presidente afirmó en la conferencia matutina, sino el segundo de sólo trece países medidos, estos incluyen a Australia, Brasil, Canadá, Francia, Alemania, India, Italia, Japón, México, Corea del Sur, España, Reino Unido y Estados Unidos; es fácil colegir la importancia de estas naciones.

AMLO en la ONU

La ONU surgió en 1945 al término de la Segunda Guerra Mundial sustituyendo a la Sociedad de Naciones (SDN), resultado de la Primera Guerra Mundial con el Tratado de Versalles de 1919. Regida por la Carta de las Naciones Unidas, la ONU quiso superar los problemas con los que no pudo el sistema de seguridad colectiva de la SDN y llevaron de nuevo a la guerra.

La aparente solución se encontró en la conformación de la ONU con los Estados Miembros integrando la Asamblea General, la Corte Internacional de Justicia, los Consejos Económico y Social y de Administración Fiduciaria y, sobre todo, el Consejo de Seguridad, cuya responsabilidad principal es el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales.

El Consejo de Seguridad está conformado por 15 naciones. Cinco miembros permanentes con derecho a veto desde el inicio de la ONU, Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Rusia y la República Popular China -países que asumieron tal arrogancia a partir de su poderío al término de la guerra-, y diez miembros no permanentes que fueron agregados a partir de 1963 (Fuente: Tratado General de la Organización Internacional; Modesto Seara Vázquez, FCE, 1974; autor que, por cierto, fue mi maestro en la FCPyS, recién ha cumplido 90 años y es rector del exitoso Sistema de Universidades Estatales de Oaxaca).

México asume la importante presidencia del Consejo de Seguridad este noviembre de 2021. Y López Obrador ha decidido viajar para la ocasión y hablar. Apenas su segundo viaje al exterior como presidente después de la visita a la Casa Blanca durante el gobierno de Donald Trump en julio de 2020.

Dos viajes y discursos

Realizar viajes a Washington a la Casa Blanca y a Nueva York a la ONU, habla de decisiones muy bien consideradas, elegidas por su importancia y trascendencia para la política exterior e internacional de México.

Es previsible que el presidente mexicano hable sobre temas que han sido protagonistas durante su gobierno y que tienen importancia también en el ámbito internacional actual: combate a la corrupción y la pobreza; la batalla contra la pandemia del Covid-19; el grave fenómeno de la inmigración; protección al ambiente; programas sociales; creación de empleo y arraigo, etcétera.

Seguramente tomará como base sus dos libros recientes, Hacia una economía moral (2019) y A la mitad del camino (2021), y las reflexiones constantes sobre estos temas.

Veremos si su discurso ante el Consejo de Seguridad de la ONU –oportunidad para demostrar nuevamente la fortaleza de la política interior como base de la exterior- es tan bueno como el ofrecido en la Casa Blanca el 2020.

Héctor Palacio en Twitter: @NietzscheAristo