El abuelo del presidente AMLO —nacido en Cantabria, España— seguramente conocía la leyenda de Pichucas el del Muelle. Este tal Pichucas era un vago bastante popular en el siglo XIX. Debía su fama a su único oficio: pedir dinero y comida a los pasajeros y tripulantes de los barcos en el embarcadero de Puerto Chico, ubicado en la principal ciudad cantábrica, Santander.

El gandul no solo era un bueno para nada, sino también alguien bastante tonto. La gente seria se burlaba de él y así surgió una expresión usada en aquella región española: “Eres más lelo que Pichucas el del Muelle”.

Tenía defensores don Pichucas: los operadores de los barcos en Puerto Chico, ya que el vago les hacía todo tipo de recados.

Hoy, en la mañanera, el presidente López Obrador describió a Carlos Loret de Mola, quien en mi opinión ya ha abusado como recadero de la mafia del poder que insiste en enviarle a Andrés Manuel recados —precisamente, mafiosos—.

Se trata de mensajes muy fuertes, ya que involucran a la familia de AMLO.

Son poderosos los padrinos a quienes Loret les hace los recados, como Claudio X. González, fundador de Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad y principal promotor de la alianza opositora para ir en el 2024 contra Morena, el partido del presidente. Los hampones de la política y sus gatilleros mediáticos —no solo Loret, los editores de El Universal también— pretenden doblar al presidente de México. No lo lograrán, que quede claro.

Andrés Manuel seguirá poniendo a los pobres en el presupuesto, aunque los ricos se enojen porque para ello necesita cobrarles más impuestos. Utilizo palabras que leí ayer en el Financial Times acerca del brasileño Lula, quien también combate contra la mafia del poder en su país.

Es una guerra, pero no de populistas, socialistas o comunistas contra la gente partidaria de la economía de mercado en México. Nada de eso. Se trata de algo mucho más vulgar: es el ataque brutal de los potentados contra un gobernante que se ha atrevido a exigirles que cumplan con sus obligaciones fiscales porque él, Andrés Manuel, no dejará de cumplir con su obligación ética fundamental: tender la mano a la gente pobre, cueste lo que cueste, se enoje quien se enoje.

Enseguida la descripción que ha hecho el presidente López Obrador de Loret de Mola:

√ “Es un mercenario”. Sin duda lo es. Hoy se le ve tan crítico porque le falta lo que le sobró en tiempos en que apoyaba a priistas y panistas en el poder: dinero. Para conseguirlo ahora que el gobierno se lo niega, decidió vender su oficio, el periodismo, a personas muy ricas cuyos intereses ha afectado la 4T, como Roberto Madrazo (su hijo y su yerno son los propietarios del sitio de internet en el que colabora Loret) y como el propio Claudio X., uno de los estrategas del sector empresarial más duro que no soporta nada de lo que hace el gobierno de AMLO.

√ Loret es “muy amigo de García Luna”. Amigo y tal vez socio o quizá subordinado. Ya saldrá la historia —esta sí, periodística— del departamento de Carlos Loret en Miami, tan cercano al depa del policía de Felipe Calderón hoy acusado en Nueva York de haber trabajado para El Chapo Guzmán. ¿Son apartamentos cercanos? Es lo que me dicen: ubicados en la misma ciudad, quizá en el mismo edificio y tal vez más o menos adquiridos en la misma época. Habrá que ver el tipo de relación entre el mercenario mediático, Carlos Loret, y el mercenario al servicio del Cártel de Sinaloa, Genaro García Luna. Porque es ley de la vida que donde las dan, las toman.

Sugirió Andrés Manuel que Loret es un tipo ignoratón y no muy listo para inventar sus reportajes, a diferencia de Brozo que será un comentócrata chafa, pero con cultura. O sea, Carlos Loret es medio lelo, como Pichucas el del Muelle, el vago recadero de gente más poderosa de aquellos barrios cantábricos que seguramente conocía muy bien el abuelo del presidente de México. Es lo que entendí yo y no creo equivocarme.

Federico Arreola en Twitter: @FedericoArreola