“Después de mí, el diluvio.”
LUIS XV, rey de Francia
¡Qué asco estos políticos! El muladar que mostró ser el Senado de la República. Unos compran y otros se dejan comprar. Las fronteras se diluyen; difícil diferenciar entre “bandos”. Los intereses personales de todos —¡o de cualquiera!— sobre los de la nación. Nada importa; ni la igualdad ni la democracia ni la justicia ni la honestidad. No realmente. El dinero es su Dios, empezando por el del presidente López Obrador.
Y por eso chantajear y ser chantajeados. O abrir carpetas y cobijar a quienes antes llamaron —y siguen siendo— unos viles criminales. Por eso la facilidad para borrar delitos, inventar otros, ofrecer canonjías; con artimañas, amenazar y torcer la ley.
Y en medio de todo ese chiquero, Miguel Ángel Yunes se sumó a la causa de Morena: aprobar la reforma al Poder Judicial. La 4t aseguró un voto, pero perdió la vergüenza. Se asomó además la cobardía al pedir que fuese su padre quien, como su senador sustituto, se adhiera a la destrucción. El mismo que traicionó al PRI en 2006. El que operó para Elba Esther Gordillo en su alianza con Felipe Calderón y que luego cobró obteniendo la dirección del ISSSTE. Pues bueno, ayer repitió su venta al mejor postor. Con un cinismo apabullante, Miguel Ángel Yunes Linares, el que vociferaba que López Obrador estaba loco, llevó a su hijo a los brazos de Regeneración Nacional. Nunca la palabra “regeneración” significó tan poco y tanta falsedad. Los de la 4t que antes acusaron al mencionado legislador de crímenes nefandos, ahora le reciben con besos y abrazos como si fuese un héroe.
Mientras tanto, senador Daniel Barreda, junto con su padre, salen de los juzgados (¿separos?) de Campeche, luego de haber sido retenidos por instrucciones superiores de la Cuarta Transformación para asegurar otro voto en caso de que el de Yunes Márquez fallara.
Todo esto es una burla al país, ya no digamos de los legisladores —todos o casi todos— a sí mismos.
Algunos se salvan; muy pocos.
Lo que sucedió anoche en la sede de la cámara alta y luego en la casa de Xicoténcatl representó la puntilla de la porquería en que nos hemos convertido. Algo bastante más grave que el mero acto de traicionar, pues la base ya estaba de entrada muy podrida para que el futuro de México dependiera del voto de un solo hombre o la iniciativa de ley de un solo mandatario, el saliente.
Estoy indignada. Los ciudadanos debiéramos estarlo. Nada qué celebrar, ni siquiera del lado del oficialismo.
Las supuestas enfermedades, las licencias y separaciones del cargo, las matemáticas del bienestar, las aprensiones ilegales como detalles menores si se le comparan al gran embuste que nos estamos recetando a nosotros mismos los mexicanos.
Insisto, políticos corruptos y no de ahora.
Los que participan en política apestan. La han degenerado. No les importa el pasado; no tienen memoria ni convicciones. Solo tienen cartera.
“El hombre que amenazó con armas a mi editor para que no publicase Los demonios del Edén” (Lidia Cacho), amigo del pederasta Jean Succar Kuri y del blanqueador de dinero Kamel Nacif, es recibido en el oficialismo con los brazos abiertos. “Alianzas imperdonables que hacen historia”.
La podredumbre del Senado se extendió más allá de los recintos legislativos; Luis Donaldo Colosio, quien dio el día domingo una clase de por qué es una aberración la reforma judicial fue bañado en gasolina. Eso es intento de asesinato y otra vez, no hubo una voz de sus colegas del Senado que condenara el incidente. ¿Dónde quedó su “humanismo”?
Los políticos que criticaron la compra de votos, ahora lo aplaudieron. Ese es el nivel de deterioro de la política, donde prefieren salvar su pellejo (Javier Corral, Yunes), vender sus creencias (José Sabino Herrera y Araceli Saucedo) o haber permitido que hijo y padre fueran como senador y su suplente, sin pensar que podrían voltearse (Marko Cortes), en la modificación de los reglamentos internos para volver a ser reelegido como presidente de su partido y expulsar a integrantes del mismo siendo ilegal (Alito).
El autoritarismo solo ha impulsado las extorsiones, el uso de las fiscalías, trampas matemáticas, compra de opositores, reactivación e invento de investigaciones penales. De todo fueron capaces para conseguir un voto. Y a quienes compraron, igual de incapaces de defender a México.
El golpe a la democracia provino del mismo sistema político.
En la inmundicia demostrada por los políticos, queda opacada una triste realidad de los mexicanos en lo general: les gustan los tiranos. Así, el día de ayer despertamos aún siendo México y nos fuimos a dormir con un país más cercano a Venezuela o a otras dictaduras.
A partir de hoy, el diluvio. La ausencia de justicia, el mando de un solo hombre, un país que sufre la peor ralea política de uno y otro lado. Un diluvio de inmundicia que apenas empieza.