Empezaremos este remedo de disertación con una serie de suposiciones. Esto para efecto de darle mayor sentido al encadenamiento de ideas que se plasmarán a continuación. Porque especular a largo plazo en cuestiones políticas suele ser arriesgado. Sobre todo en tiempos de autocracias, donde se toman decisiones a ritmo cumbiero, sin seguir ninguna lógica.

Supongamos que el candidato presidencial del oficialismo surgirá del resultado que arroje un estudio demoscópico, del cual se desprenda quién entre los aspirantes es el más popular entre la ciudadanía.

Supongamos que la candidatura oficialista a la presidencia no dependerá de los designios del presidente de la república.

Supongamos que se utilizará una metodología democrática y transparente para definir quién contendrá por la titularidad del ejecutivo federal bajo las siglas de los partidos oficialistas.

Una vez logrado este titánico ejercicio de imaginación, procedamos a exponer la idea: A Ebrard no le conviene antagonizar con Claudia.

Lo anterior a causa de que ambos encabezan todas y cada una de las encuestas que se han levantado al respecto.

Esto quiere decir que un antagonismo de esta naturaleza polarizaría la contienda por la candidatura presidencial oficialista. Esta polarización dejaría inexorablemente fuera de dicha disputa a los demás aspirantes, como Ricardo Monreal y Adán Augusto López.

Dicho esto, resulta fundamental destacar que entre todas las corcholatas de Andrés Manuel López Obrador, el menos popular e identificado con el obradorismo es Monreal Ávila. Por lo que si se diera de facto un balotaje, la jefa de gobierno de la Ciudad de México capitalizaría la simpatía de los seguidores del secretario de gobernación, catapultando su popularidad frente a la del canciller de manera inmediata.

Y si de por sí actualmente Sheinbaum Pardo encabeza las encuestas por encima de Ebrard Casaubón; si se le sumaran a su causa los simpatizantes de Adán Augusto, esa brecha se ampliaría.

Por el contrario, al día de hoy a Marcelo no le conviene que se le vincule con Ricardo Monreal, quien desde que solapó el reciente desaseo legislativo, perdió la simpatía de millones de ciudadanos.

Consecuentemente, al canciller lo que le conviene es que durante este par de meses se enfríen los ánimos. Incluso le convendría integrar al diputado Gerardo Fernández Noroña a la encuesta, pues definitivamente se trata de una figura más popular que Adán Augusto y Monreal; y que bien pudiera restarle simpatizantes a Claudia Sheinbaum.

Sin embargo, y dando por concluido el ejercicio imaginativo, citando a Pedro Infante: “como eso no puede ser, me aguanto, qué voy a hacer”.

La realidad es que antagonismo o no, hoy en día Claudia sí podría ser la candidata de Morena; y Ebrard, para desgracia de millones, no.