Las playeras blancas son un básico en nuestro clóset; mientras que unos la usan solamente como prenda interior, otros le siguen dando su lugar como tendencia surgida gracias a Marlon Brando durante la Segunda Guerra Mundial.

Según expertos, esta prenda tiene la capacidad de levantar cualquier look y hacer que cualquiera luzca impecable. El único requisito indispensable para portar esta prenda, es que sea realmente blanca y no se vea vieja o percudida. Es indispensable que sea de un buen material o tenga pocas puestas.

Todas las playeras blancas son elementales en cualquier colección de diseñador; hace poco vimos las propuestas de Dior en el Paris Fashion Week, donde las playeras blancas con algún mensaje, fueron estrellas.

La historia de esta prenda inicia en el S.XIX, ya que el ancestro de esta prenda eran los long johns, unos trajes enteros de algodón que usaban los hombres, y que se componían de unos calzoncillos y una camiseta de manga larga.

Para 1904, una empresa llamada Cooper Underwear desarrolló una prenda “exclusiva para solteros”. El anuncio estaba protagonizado por un señor que se mostraba contrariado porque los botones que cerraban su camisa se habían caído, y él no había tenido otro remedio que recurrir a cerrarla con seguros…  En el dibujo de al lado, el señor fumaba un puro al mismo tiempo que disfrutaba de la hechura de una camiseta lisa, y que después se podría sacar por la cabeza. El eslogan reforzaba la idea: “Sin seguros, ni botones, ni agujas, ni hilo”.

Esta prenda fue ideal para el ejército y la marina estadounidenses, quienes en 1913 la instituyeron como parte del uniforme reglamentario.  Tardó siete años en aparecer en el Diccionario Merriam-Webster. La primera persona que utilizó el término T Shirt,  fue Scott Fitzgerald en su novela “Este lado del paraíso” en 1920.

Para 1938, la compañía Sears fue la primera en comercializarla bajo el nombre de Gob, una manera coloquial con la que los estadounidenses se referían a los soldados de la marina. En el anuncio se aconsejaba acerca de sus posibles usos. “Llévala como una camiseta exterior para practicar deporte o estar relajado, o como una camiseta interior: es práctica y apropiada de cualquier forma”. Por aquel entonces, los responsables de la marca presumían de ofrecer un tallaje holgado, que resultaba muy cómodo para el verano. Y era posible hacerse con una por 24 o 33 centavos, dependiendo del tipo de algodón.

Lo que viene marcó un éxito total, marcas como Fruit of the Loom o Hanes, se convirtieron en 1941 en las empresas expertas en la prenda, y junto con una campaña comercial de Sears cuyo lema era “No tienes que ser un soldado para tener tu propia camiseta”, lograron colocar esta prenda en un público no necesariamente militar.

En 1951 Marlon Brando presumió su camiseta blanca y sus músculos marcados en “Un tranvía llamado deseo”. Dos años más tarde el actor repitió con “Salvaje”, y nos dejó una de las instantáneas cinematográficas más recordadas de todos los tiempos.

A partir de ahí, la prenda se masificó y todo mundo se sentía cómodo y en tendencia al portarla libremente por las calles.Ya en un tono más actual, en 1991 Karl Lagerfeld la combinó con las míticas chaquetas tweed de Chanel. Y desde entonces son pocas las marcas que no recurren a ella.  ¿Tienes alguna en tu clóset?

Con información de Vanity Fair.