Cuentan que una noche antes de la final de la Copa del Mundo de Francia, en 1998, el delantero conocido como ‘el fenómeno’, Ronaldo Luís Nazário de Lima, quien a sus 22 años deslumbraba con su gran talento y quien se convertiría en leyenda con el paso de los años, sufrió un episodio de convulsiones en su habitación, donde era acompañado por el lateral izquierdo Roberto Carlos quien, en un principio, creyó que se trataba de una broma.

Ronaldo, según comentan, empezó a sacar espuma por la boca, Roberto Carlos corrió a buscar ayuda con gritos desesperados. Al día siguiente, el partido fue desastroso para los brasileños, fueron goleados y borrados de la cancha ante una Francia inspirada. Hubo un choque entre el portero francés, Barthez, y Ronaldo, la banca de los sudamericanos quedó conmocionada. Por fortuna el delantero se levantó y siguió jugando como si nada.

Esto que escribo es una historia no confirmada, lo que se cuenta en los pasillos, lo que no se quiere revelar si es cierto o no. En esa misteriosa noche los brasileños acordaron guardar el secreto de lo sucedido, fue tan confidencial como un secreto de Estado. Era un secreto del vestidor.

En el fútbol suceden muchas cosas, quizá pocas tan extremas como aquel incidente con Ronaldo. Hay pláticas, negociaciones, presiones, confesiones, tantas cosas que pasan sin los reflectores mediáticos que reinan en este deporte. Se dice, por ejemplo, que Messi le mandó un mensaje de texto a Guardiola para insinuar que era él o Ibrahimovic, al final el Barcelona prescindió del delantero sueco y, de nueva cuenta, no podemos saber si ese rumor es cierto o no.

Y es que en el balompié hay códigos, mismos que todos conocen y asumen. Un secreto del vestidor es eso, algo confidencial, algo interno que no se debe de revelar. Surgirán rumores, chismes, suposiciones, pero eso no debe de quebrar la confidencialidad que existe en el vestuario.

No obstante, Miguel Herrera decidió quebrantar esos secretos al hablar abierta y públicamente de lo que sucedió con Corona una vez que se decidió que éste fuera suplente y Ochoa el titular en Brasil 2014. El Piojo se ha mostrado abierto a los medios, a todos da entrevistas y es relajado en conferencias de prensa, eso es aplaudible. Pero lo que el técnico de la selección nacional no debe hacer es propiciar un escándalo con base en sus declaraciones, como sucedió esta semana.

Herrera se equivocó al ventilar la plática que tuvo con el arquero del Cruz Azul, sobre todo porque el guardameta jamás mostró inconformidad durante la justa veraniega, por el contrario, se le veía unido al grupo y siempre apoyando a Ochoa por el bien del equipo tricolor.

Es claro que Miguel no tenía mala intención al hacer pública esa charla, pero no midió las consecuencias de sus actos. Aunque se dice que Corona y el Piojo ya platicaron y limaron asperezas, es un hecho que esa confianza que se tenían queda fisurada, pues ahora el cancerbero pensará dos veces antes de manifestar una inquietud. Herrera debe tener cuidado, ya no es el ‘bombero’ que rescató un proyecto, es el arquitecto encargado de construir uno nuevo rumbo a Rusia, los secretos del vestidor deben mantenerse ahí, en el vestuario. Es parte de la mística del fútbol. Así entonces.