La visita de Andrés Manuel López Obrador a los Estados Unidos, en donde sostuvo un encuentro con el mandatario de Estados Unidos, Donald Trump, y que tuvo como objetivo celebrar la entrada en vigor del tratado de libre comercio T-MEC fue muy exitosa para el jefe del ejecutivo mexicano.

La reunión significó también un cambio de actitud del jefe de la presidencia norteamericana que en 2016 que decía que los mexicanos "no son nuestros amigos" y son violadores, estafadores, traficantes; pero en su mensaje para este acto dijo que Estados Unidos “alberga a 36 millones de ciudadanos mexicanoamericanos que fortalecen nuestras iglesias, nuestras comunidades y colorean todos los trazos de la vida de nuestra nación; además, son grandes hombres y mujeres comerciantes, conforman un gran porcentaje de propiedad de negocios”.

Los datos que dio el presidente mexicano en la reunión con su homólogo estadounidense fueron atinados, ya que en su discurso habló de la región económica que componen los tres países de América del Norte (México, Estados Unidos y Canadá) como un solo ente y no como naciones separadas, resaltando la importancia de este mercado regional, pero que tiene desventajas con otras economías al presentar un alto déficit comercial.

Durante su exposición en la Casa Blanca, López Obrador dijo que los países que conforman el T-MEC “exportamos al resto del mundo tres mil 579 billones de dólares, pero importamos cuatro mil 190 billones de dólares; es decir, mantenemos un déficit de 611 mil millones de dólares, lo cual se traduce en fuga de divisas, menores oportunidades para las empresas y pérdida de fuentes de empleos”.

El mandatario mexicano abundó que la región de América del Norte había perdido importancia ya que en 1970 en esta parte del mundo se producía el 40.4 por ciento del total a nivel global pero ahora esto se ha reducido al 27.8 por ciento.

En el discurso el mandatario mexicano expresó que el T-MEC sería parte de la solución para atraer inversiones de otros lugares del mundo, para que la región produzca mercancías con mayor contenido regional y para que las condiciones salariales y laborales sean justas para los trabajadores de los tres países que conforman el bloque.

Las referencias históricas no estuvieron ausentes en el discurso del político mexicano y recordó la magnífica relación que tuvieron el Presidente Benito Juárez García con Abraham Lincoln, recordando que el líder estadounidense que promulgó la abolición de la esclavitud, “nunca reconoció al emperador Maximiliano, impuesto en México con la intervención del poderoso ejército francés”.

También recordó la relación del mandatario Franklin Delano Roosevelt con el General Lázaro Cárdenas del Río, y como el dirigente estadounidense se reunió con su homólogo mexicano después de la expropiación petrolera; y como los Estados Unidos, respetaron la decisión soberana del pueblo mexicano con respecto a la nacionalización de las compañías petroleras.

La narrativa discursiva de López Obrador hizo énfasis en la ayuda que dio el Presidente Trump a México con asuntos de comercio y petróleo, así como para la adquisición de equipos médicos que se necesitaban con urgencia para el tratamiento a los enfermos del Covid-19.

El tabasqueño no dejó de mencionar que la relación entre los dos países tuvo desencuentros y agravios por parte de los Estados Unidos y que esto no se olvida.

El discurso parece que fue bien recibido por el mandatario norteamericano y la operación política de la actual administración gubernamental mexicana ha tenido efectos positivos que han hecho el “milagro” de que el mandatario estadounidense se aleje de los insultos y haya tenido actos que lo acercan con la comunidad hispana.

Un día después de la visita del Presidente de México a la capital de los Estados Unidos, el presidente de ese país firmó una orden ejecutiva que crea una comisión de asesoría que se encargará de mejorar el acceso de los hispanos a oportunidades económicas y educativas. Este encuentro entre los dos presidentes, pasó desapercibido por la prensa norteamericana.

Los adversarios al Gobierno de la Cuarta Transformación no comparten las cuentas alegres que hay en la actual administración, ya que piensan que la visita del mandatario sólo significó dar un impulso a la campaña electoral a un segundo mandato de Donald Trump, interpretación que provocó vergüenzas e indignación.

Algunos intelectuales y periodistas contrarios a López Obrador alegan y les indigna que a pesar de que Trump tiene un discurso racista y xenofóbico contra los mexicanos y sea una de sus promesa de campaña la construcción de un muro fronterizo para detener a los migrantes ilegales y el tráfico de drogas proveniente del sur, y asegurar que obra la “pagaría México” que sea el jefe del ejecutivo mexicano le haga el juego y que el líder mexicano sea “utilizado para que acerque el voto al candidato del Partido Republicano de los hispanos que viven en los Estados Unidos.

Otros aspectos que disgustan a la oposición es que el gobierno haya accedido a cerrar la frontera sur a los migrantes centroamericanos que quieren llegar a la Unión Americana cruzando por territorio mexicano, esto a petición del gobernante norteamericano, y que la diplomacia de la actual administración no ha sido digna, como lo fue en el pasado, ante el país norteamericano.

El cumplir la Ley Migratoria mexicana y que se resguarde la frontera sur, no es algo criticable, en mi opinión es más reprobable que se deje pasar a ciudadanos centroamericanos sin ningún control y que estas personas sufran vejaciones y maltratos por su paso por territorio mexicano y se eviten tragedias como la de San Fernando, Tamaulipas donde murieron 72 personas provenientes del sur del país a manos de la delincuencia organizada.

Lo que olvidan estos adversarios de la Cuarta Transformación es que en la administración Donald Trump, se deportó en el año 2018 a 141 mil 45 mexicanos. Aunque la estadística supuso un aumento con respecto a 2017, es inferior al número de remociones que ejecutó el gobierno de Barack Obama en 2016, cuando fueron deportados 149 mil 821 mexicanos, esto con cifras de la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE) de Estados Unidos.

La mala memoria es mucha porque tampoco se acuerdan del Plan Mérida, que fue una estrategia de seguridad con México y los países de Centroamérica impuesto por la administración de George Bush y del Operativo secreto Rápido y Furioso que legalizó el tráfico de armas desde Estados Unidos a México, hecho que provocó muchas muertes en la nación azteca y el silencio del presidente Felipe Calderón.

Otro dato que les hace falta a los contrarios al gobierno es que en 1994 el gobierno de Bill Clinton lanzó la "Operación Guardián" construyendo 600 kilómetros de muro en la frontera de Tijuana, Tecate y Mexicali, y en algunos puntos de los límites con Texas puso unos 800 de barreras, e incrementó la vigilancia mediante tecnología y policías especializados. Esta barrera fronteriza ha causado más de 10 mil muertes en el desierto de Arizona de migrantes ilegales que quisieron entrar al país de las barras y las estrellas. Es decir, Trump no es tan original en eso de construir un muro fronterizo.

El maltrato a los migrantes mexicanos no empezó con Donald Trump y si bien es cierto que ningún mandatario estadounidense había tenido un discurso de tanta confrontación contra México como el actual habitante de la Casa Blanca, en los hechos hay información de que la violencia contra los mexicanos en Estados Unidos ha sido constante desde hace muchos años.

El T-MEC no es la solución para los graves problemas económicos que sufre México por la pandemia de coronavirus pero sí es un buen comienzo; hay que estar en sintonía con los socios y esto a pesar de las asimetrías con de los países que conforman el tratado.