De acuerdo a las encuestas dadas a conocer esta semana que termina (una de ellas la de Covarrubias y Asociados publicada por SDP noticias) Enrique Peña Nieto sigue en primer lugar de las preferencias electorales, aunque ha disminuido considerablemente su índice de preferencias. 

Como se ha hecho público, esta caída tiene como punto de referencia su visita a la Universidad Iberoamericana lugar en el cual, entre gritos y signos de desaprobación, Peña Nieto vivió uno de los peores momentos de su campaña.

A partir de entonces, lo que se pensaba sería una campaña sin mayores problemas, un día de campo con promocionales de pintorescos paisajes e historias familiares, se ha vuelto un reto que lo ha colocado a sólo 8 o 9 puntos de su oponente más cercano.

Esta situación ha servido para dejar en claro la creciente animadversión en torno a su candidatura en donde se ha pasado de la burla a la figura de Peña, por sus cuestionadas capacidades intelectuales, a una fuerte crítica y rechazo a lo que él y su partido representan como proyecto político. Un ejemplo claro de esto lo es la reciente marcha anti Peña Nieto realizada el pasado fin de semana y cuyas consecuencias todavía no medimos.

Dos han sido los actores fundamentales de esta nueva tónica, que ha llevado a otro nivel lo que era una campaña estéril que parecía anteceder lo sabido de antemano: los jóvenes y las redes sociales.

Los jóvenes, como en otros momentos de la historia de nuestro país, han demostrado ser el potencial que se requiere para de mayor dinamismo a las campañas y en especifico al papel que en ella han jugado los medios convencionales de comunicación que no han sabido responder, viéndose más bien chicos y maniatados, a la demanda de ser espacios democráticos y sin sesgos informativos como hasta ahora parece ser la tónica.

Esta juventud –que marcha no por su torta sino por sus huevos- ha dejado en claro que no responde a intereses particulares y que su objetivo aparente es hacer valer al ciudadano en la vida política del país más allá del voto. Estas acciones, focalizadas por el momento en el DF, de seguir como van pueden rebasar el momento electoral y llevar, con sus características y objetivos propios, a una suerte de “primavera mexicana”.

El otro actor fundamental de este ajuste de tuercas lo han sido las redes sociales. Ante la opacidad de los medios la dinámica de los espacios virtuales ha sido muy importante, no sólo para manifestar desacuerdo en contra de un personaje o grupo, sino también para proponer y organizar nuevas formas de protesta en contra de algo que muchos no quieren: el regreso del PRI en 2012.

Esta nueva dinámica generada por la acción juvenil y su activismo virtual ha servido para sacar al candidato del PRI de la cómoda burbuja en la que se encontraba (que le había servido para repeler los golpes de la campaña) y ponerlo ante un escenario de crítica y confrontación de ideas y propuestas, que al contrario de lo piensa el PRI y Televisa, es lo que ahora más necesitamos.

Al final, el alzar la voz y demandar inclusión y claridad en la vida política, además de hacer manifiesto el hartazgo de la sociedad, sirve para fortalecer la democracia al permitir que se escuchen diferentes voces. En el caso específico de Peña estos reclamos son una buena invitación para que se atreva a salir del guión que le han escrito, si es que en verdad desea hacer algo por México.